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Gregorio XIII – Por Luis Ortega

Hace cuatro mil años, las gentes del Oriente Próximo despedían al año viejo y saludaban al nuevo con señales de alegría y esperanza “porque traerá las venturas que se ahorró el vencido”. Los babilonios, por ejemplo, celebraban festejos de once días para abrir la primavera. Los antiguos romanos localizaron, también en la estación florida, el cambio anual hasta que el rey Numa -sucesor de Rómulo- normalizó los ciclos de doce meses y desplazó a enero (Januarius, dedicado al dios Jano, patrón de los portales) el comienzo del año. En el cuarenta y seis antes de Cristo, Julio César (100-44) estableció un nuevo calendario que, en su estreno contó cuatrocientos cuarenta y cinco días. Se pasó a los trescientos sesenta y cinco -y cada cuatro años se agregó uno más- en el año de su asesinato por una conjura de patricios romanos. En 1582, y por medio de la bula Inter Gravissimas, se estableció la última reforma -ordenada por Gregorio XIII (1502–1585)- para ajustar el anuario civil al litúrgico y eliminar un desfase arrastrado desde el Concilio de Nicea, celebrado en el 325. El boloñés Ugo Buopncompagni se doctoró en derecho y fue llamado a Roma por Pablo III para ocupar cargos judiciales; fue auditor del Concilio de Trento y, a su término, cardenal presbítero de San Sixto; ejerció la representación pontificia en España y se ganó el favor de Felipe II, que apoyó su candidatura para suceder a Pío V y acceder al papado; con el número doscientos veinte y seis de orden, rigió la Iglesia católica entre 1572 y 1585. En su mandato se anotan la trágica Noche de San Bartolomé, cuando Catalina de Médicis ordenó la matanza generalizada de hugonotes en Francia, y los intentos fallidos para derrocar a Isabel I de Inglaterra, con la complicidad y ayuda del fanático monarca español. En su haber, la reforma del calendario -“para corregir errores en las fiestas más solemnes, que persistieron un largo milenio”- en la que contó con los servicios notables del matemático, médico y astrónomo italiano Aloysius Lilio (1510-1572) y Fu l’ideatore della riforma del calendario gregoriano, el jesuita alemán Christopher Clavius (1538-1612), a quienes se atribuye la materialización de un proyecto iniciado por Pío V, el papa de Lepanto, y culminado por su polémico sucesor que pasó a la historia por el calendario vigente en la mayor parte del planeta, por el que hoy decimos adiós sin pena al inclemente 2012. Esperemos que el 2013, que ya asoma, entre confetis, cotillones, brindis y contentos recortados, sea un periodo de mayor justicia y solidaridad para todos.