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Habla Zapatero – Por Juan Manuel Bethencourt

Se ha mantenido en extremo silencioso el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre más denostado cuya sola mención convocaba hace un año todos los malos espíritus de la política, aquel que fue exhibido por los desaprensivos en vallas electorales destinadas a desprestigiar a un tercero de buena fe y mejor estilo. Durante todo este año, el otrora líder socialista se ha mantenido en silencio, recluido en su urna irrelevante del Consejo de Estado, en creo que estudiada contradicción respecto a su antecesor, José María Aznar, quien siempre ha optado por el ruido mediático y el dinero fácil de las grandes corporaciones. Ahora ZP se ha pronunciado, consultado por un canal de televisión, sobre la actualidad política y económica de España, y creo que hay que alabar tanto la calidad de sus palabras como la coherencia de su silencio precedente. Dice Zapatero que está de acuerdo con Rajoy si, como parece, el presidente del Gobierno opta por no pedir el rescate soberano del Reino de España y limita el parte de daños al ya muy costoso (para los ciudadanos) auxilio bancario. Está claro que si es posible evitar ese mal trago hay que hacerlo, pues se trata de un regalo envenenado que: a) tiene un coste altísimo para el común, en forma de subidas de impuestos y recortes interminables, y b) no funciona como herramienta para reactivar la economía, como ya se ha visto con los ejemplos de Grecia, Portugal e Irlanda. Eso ha afirmado Zapatero, en voz baja, sin querer incomodar a un Mariano Rajoy que se mantiene evasivo cuando tiene que pronunciarse sobre el particular. Puede concluirse algo evidente: Zapatero fue un astuto gobernante en tiempos de bonanza, demasiado liviano intelectualmente para afrontar los años duros que vinieron después, para los cuales ni él ni nadie en la política española estaba preparado. Su negación en el principio de la crisis y la posterior caída del caballo, erigido en protagonista de su propia autoinmolación política (y la de su partido) con el giro radical de mayo de 2010, lo han situado en un lugar poco lucido del panteón de expresidentes, cuestión que no mitigarán pero sí suavizarán el tiempo y los acontecimientos. Ahora bien, como expresidente, por sus silencios y por sus pocas palabras, su rol es impecable. Como para mirar a los ojos de los españoles y decir: tengo sentido de Estado. El que nunca ha tenido Aznar, por citar un claro ejemplo.

@JMBethencourt