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Pensiones> Por Alfonso González Jerez

Muchos cientos de miles de familias españolas tienen en la pensión de jubilación de padres o abuelos un sostén económico básico o un complemento más o menos decisivo. Si a pesar de los casi seis millones de desempleados no se han estallado desórdenes y revueltas en España es por dos motivos: los llamados por sociólogos y politólogos estabilizadores automáticos (prestaciones por desempleo y subsidios, educación y sanidad públicas) y las redes de solidaridad familiar. En las últimas semanas se había instalado el convencimiento de que el Gobierno de Mariano Rajoy no renunciaría a revalorizar las pensiones; el crecimiento de la inflación en el último trimestre venía a abonar esta hipótesis.

La decisión anunciada ayer tras el Consejo de Ministros le ahorrará al Gobierno unos 3.000 millones de euros, que debería haber abonado a los pensionistas en las próximas semanas, y consolidar una subida de acuerdo con el incremento inflacionario hubiera supuesto otros 2.000 millones de euros para 2013. El Gobierno, simplemente, y desdiciendo el último compromiso electoral que no había pisoteado Mariano Rajoy, ha sacrificado la revalorización de las pensiones al cumplimiento de los objetivos de déficit público de este año y el siguiente. Ahora todos recuerdan, con cierto masoquismo, las reiteradas declaraciones de Rajoy y otros pajarracos gubernamentales en sentido contrario, yo he recordado, en cambio, las recentísimas palabras del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien declaró que España “no necesitaba” renegociar una ampliación de plazos para disminuir su déficit. Por supuesto. Con lo desagradable que es negociar. Mejor es meter la mano en la caja de galletas de los viejos. Y de los nietos.

Cuando ya no quedan compromisos y promesas por incumplir queda expedito el camino al infierno. El Gobierno, una vez dinamitados por él mismo los puentes entre su acción política y con compromiso electoral, puede dejarnos atrás y pisar el acelerador, que es exactamente lo que está haciendo en los últimos meses. El sufrimiento social es irrelevante, la misma dinámica económica lo es, porque lo único de interés prioritario para esta cuadrilla de sociópatas es cumplir los objetivos del déficit, haciendo trampas, como trileros chulescos, con las cuentas del pasado, del presente y del futuro: con nuestras propias vidas.