Nos gustaría hoy poder alargar el brazo y cerrar con la mano este paréntesis, pero la inercia hace que el año, o su caricatura (por algo fue el año maño de la restauración chusca del Ecce Homo), no termine esta noche, si 2013, según el balance inocentón de Rajoy, es el mismo perro con distinto collar. Muchos paisanos llevan demasiado tiempo con las persianas bajas y la estancia a oscuras: los parados no salen a la calle para que no les pregunten por la enfermedad, el curro. Y con todo, la anamnesis del INE sobre las Islas dice que crecen un punto más que Alemania, el 1,7%. Antes que inventario del año que hoy la palma, habría que hacer futurismo de Canarias: su futuro es el turismo, de acuerdo, pero si proscribimos el talento volveremos a las andadas. ¿Qué tiene de cierto el milagro del segundo semestre si no hay abismo fiscal americano? Cuestión de fe. ¿Qué es estar en el cielo? Tener salud, techo y trabajo. Pues eso. Añado que España es país para viejos (en contra del verso de Yeats que da título a la novela y la película); todo, la democracia incluso, caducó y de ahí este cambio de ciclo vital más que crisis, según Enrique Gil Calvo. Siento que hemos tirado en 5 años 35 por la borda. Cito ahora la población por pinchar. Canarias (400.000 habitantes más en una década), seguirá creciendo demográficamente, en sentido contrario a España. Este debate irrita a los censores del censo, pero, desoída la xenófoba extrema derecha europea, no temamos afrontarlo el año de mañana. Pensamos el siglo XXI como si fuera el XX y leyéramos a Tony Judt en su imprescindible conversatorio póstumo. Pero todo no dura como si nada acabara. Llevamos cinco años dando la bienvenida al mismo año clon. Y ya agota hablar de la prima de riesgo (“no todo es economía”, decía el otro día el Rey). Por eso me apena que Mandela se vaya. Sin líderes de valores que prioricen al ser humano, mandan los mercados sin las urnas. Otro año postizo.
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Las persianas bajas - Por Carmelo Rivero publicado por Ricardo Herrera →