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¿Qué le pides al año nuevo?

Me resistía a escribir, de nuevo, sobre los proyectos para año nuevo. Pero lo cierto es que cada uno tiene que asumir sus compromisos. El mío es salir a explicar porque no es la mejor idea del año darse un baño de nuevos propósitos asociados a una fecha determinada y empujados por una fiebre de magníficas intenciones, generalmente regadas en alcohol.

Empecemos por el principio. Si queremos cambiar algo, somos nosotros los que debemos decidir cuando y como. Si queremos cambiar algo, no es buena idea hacerlo en bloque o con objetivos utópicos. Si queremos cambiar algo debemos tener un plan.

Lo cierto es que cada vez que cambiamos el calendario, se nos incita o nos recuerda la oportunidad de volver a empezar. Es aquello de año nuevo, vida nueva. Parece que, de alguna manera, el cambio de fecha posee algún mágico componente que facilitará las cosas y nos hará más capaces de entrar en el próximo año con nuevas fortalezas.

Perder peso, recuperar el contacto con los amigos, escribir ese libro, dejar de fumar o simplemente ser más felices, se encuentran entre los muchos deseos que se agolpan en nuestras cabezas al llegar estas fechas. Tomados uno a uno, estos cambios pueden ser abordables, sin duda. Todos juntos y al principio de año, no. De hecho si no tenemos programado como queremos hacerlo y hemos programado las actuaciones previas necesarias y señalado nuestros objetivos a corto plazo, la probabilidad de éxito es bastante pequeña. Del 10%, como recoge un interesante estudio llevado a cabo por la revista Quirkology, a lo largo de 2007 y con 3.000 personas.

Al principio de este estudio, el 52% de los participantes confiaban en conseguir sus propósitos. Al final del año, solo el 12% lo había conseguido.

Una de las particularidades que apunta este estudio es la diferencia entre hombres y mujeres para conseguir aquello que se proponían para el año entrante.

Los hombres parecían tener más éxito cuando establecían objetivos a corto plazo y por etapas (kilos a perder por semana más que perder peso en general o mejorar la dieta) o se enfocaban en las recompensas de perder peso (ser más atractivos), mientras que las mujeres mejoraban su tasa de logro de forma significativa si compartían sus proyectos con su familia y amigos o se entrenaban para comprender que durante el proceso se podían producir pequeñas recaídas y que esto no debía desmoralizarlas (tomar un dulce o una fuente de papas fritas).

Los autores constataron que estas diferencias tenían un efecto significativo en la consecución de los objetivos, tanto en mujeres como en hombres. Las unas incrementaban su éxito en el 10% cuanto integraban posible “tropiezos” en el proceso mientras que los otros aumentaban el 22% cuando seguían un programa de objetivos temporalizado.

El estudio concluye que los hombres tienden a adoptar una actitud de “machote” y fijar objetivos inalcanzables, mientras que las mujeres no suelen hacer públicos los suyos. Por eso, marcarse objetivos realistas y compartir propósitos, consigue aumentar el éxito de unos y otros, respectivamente.

Como indicaciones generales para este fin de año, podríamos proponer.

No intentes abarcar demasiado. Es mejor conseguir un propósito que abordar toda la lista de cosas pendientes.
No esperes al último instante. Planea cuando sea tu momento. Puede que quieras esperar a después de las fiestas. No pasa nada.

No repitas. Intentar conseguir aquello que no conseguiste este año no es buena idea. Espera, quizás sea mejor planteártelo para otro año.

Desmenuza tu objetivo. Cuanto más pequeñas sean las tareas a completar, más sencillo será hacerlo.
Por último, y no menos importante, no debes olvidar que eres una persona única. Tus planes son tuyos, íntimos. Sea algo compartido con los demás o algo muy específico, como tu decides hacerlo es lo verdaderamente importante.
¡Feliz Año Nuevo!

*Psicólogo
leocadiomartin.com
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