fauna urbana>

Rentabilidad artística – Por Luis Alemany

Se queja Ángela Mena de que la Banda Municipal de El Sauzal cobra por cada una de sus actuaciones, en su opinión innecesariamente, a tenor de su escasa dedicación profesional a tal tarea; ante lo cual no puede uno por menos de retrotraerse al reciente Concierto de Navidad de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, en el que (salvando todas las distancias salvables) pudiera surgir también el correspondiente planteamiento ético de la prioridad económica inmediata de las apremiantes necesidades materiales del Archipiélago, que la producción (pagada con el escaso dinero del presupuesto público) de entidades artísticas deficitarias; lo cual nos situaría ante un litigio de muy difícil resolución, porque se trata de valorar dos entidades de muy disímil naturaleza, pese a lo cual no deberían tratar de enfrentarse mutuamente, porque eso supondría el profundo desequilibrio de una sociedad que se pretende civilizada.

Desde una perspectiva inmediatamente demagógica se pudiera aducir que el presupuesto económico de una Orquesta Sinfónica (como la que tenemos en Tenerife) permitiría crear unos cuantos puestos de trabajo: a condición (no quedaría más remedio que reconocerlo) de dejar sin ellos a los músicos que la integraban, lo cual (en última -o primera- instancia) nos conduce -una vez más- al extendido escepticismo social con respecto a la condición laboral del artista, considerado desde el despectivo desequilibrio -que suele esgrimirse- entre su laboriosidad y los beneficios que de ella obtiene; por más que también resultaría difícil determinarlo con respecto a un empleado de Banca, que se limita a trasegar dinero de una caja a otra, o -por ejemplo- los miembros de la Iglesia Católica, cuya rentabilidad social resulta muy confusa.

No se ha delimitado nunca -con suficiente rigor- cuál es la estricta condición laboral del artista, hasta el punto que los ministerios -en sus presupuestos- suelen englobarlo en ambiguos territorios culturales, que no se corresponden con su estricta entidad; porque la cultura es un ámbito mucho más amplio que el arte, y que remite a territorios estrictamente definidos, como Arquitectura, Medicina o Enología, cada uno de los cuales posee parámetros sociales de valoración, mientras que la valoración social del Arte, queda un poco -¿o un mucho?- al arbitrio de quien considere más o menos conveniente la existencia de la Banda Municipal de Música del Sauzal o la Orquesta Sinfónica de Tenerife.