EL CRÁTER>

Tiempo> Por Juan Carlos García

A medida que se acerca el final de este aciago año, sobre todo en los ámbitos económico, social y laboral, da la impresión de que se van amontonando los asuntos pendientes contra el muro del día 31. Tanta es la presión existente en diferentes capas de la sociedad que las noticias resultantes parecen acompasadas. El tiempo se agota. Más para unos que para otros. Chacón contradice a Manolo Otero y matiza que ya no tiene “todo el tiempo del mundo”. A quien tampoco le sobran muchas primaveras, al parecer, es a Chávez. Su designado sucesor, Maduro -acaso esté-, le prometió lealtad “hasta más allá de esta vida”. ¡Hombre, no sé yo! Hasta el Congreso de los Diputados no ha querido terminar el año sin apuntarse hace unos días al Twitter. No sin polémica en su estreno. Por un quítame allá esa postal con un motivo navideño de toda la vida. Se adelantó hasta al mismísimo pontífice: “Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter”. ¡Ñoo! Me quitó el tuit que tenía preparado para mi estreno en esta red antes de acabar el año. Sin entrar en connotaciones simbólicas o agoreras, lo cierto es que una repetición de dígitos en una fecha como la de ayer (12-12-2012) no volverá a darse hasta el 1 de enero del 2101. Nuestros hijos o nietos podrán dar testimonio de ello. Ahora, miles de canarios cuentan los días que quedan para poder terminar este mes. Quizás no lleguen a 12. Fueron, curiosamente, 1.212 los canarios que se sumaron en noviembre al desempleo. Los 12 caballeros de la tabla redonda catalana negocian con el rey Artur, mientras los 12 del Tribunal Constitucional paralizan la paga extra de Navidad a los funcionarios vascos. Quedan 12 días. ¿Para qué? Para muchas cosas. 12 horas. 12 minutos. 12 segundos, los últimos. Los de las uvas. Algunos no las comerán en sus respectivas ocupaciones actuales. El tiempo se consume. Y de consumir sabe mucho Zara que, junto a Pekín, sigue engrasando y engrosando un tándem perfecto.