Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha aprovechado todo tipo de celebraciones para hartarse a comer. Cualquier evento destacable de nuestro calendario social ha sido un buena excusa para ponernos hasta arriba. Los antiguos griegos y romanos celebraban bacanales en honor a sus dioses Baco y Dionisos varias veces al mes. En ellas, los invitados le daban de manera desmesurada al vino y a los placeres de la carne. Como en un baile de magos, pero a lo bestia y sin fajín.
Si hoy tenemos una época en la que se bebe y se come que da miedo, esa es la Navidad. Durante esta celebración, la familia se reúne y dónde mejor hacerlo que alrededor de una mesa. Y es que pocos placeres son comparables al de comer. Si la comida de Nochebuena cumple tus expectativas estás dispuesto a pasar por alto todo tipo de episodios. Da igual que tu cuñado se enfrascara con tu hermano en una discusión sobre el origen de la crisis, da igual que tu padre y tu abuelo te recordaran por enésima vez que cuando tú eras pequeño aquello era todo plataneras y da igual que tu tío se pusiera a tocar el güiro con una botella de anís antes de tiempo. Esa noche se perdona todo. En primer lugar porque los quieres y en segundo porque te estás metiendo una hartada.
Y ahí es donde entra en acción la madre canaria. Esa mujer que con abnegada paciencia cocinó sola para veinticinco pese a tener doce invitados. Esa mujer que nos acoge a comer a todos en su casa y a la que nunca has oído quejarse. Esa mujer que no descansa hasta que todos están servidos y que se sienta a la mesa a comer cuando ya todos están con el postre. Esa mujer que te dice que eso no es comida para un hombre y te hace repetir plato. Esa mujer que evita que las discusiones se acaloren y que nos recuerda que no todos somos iguales y que nos tenemos que llevar bien.
Con la que está cayendo, muchas de ellas este año no tendrán mucho que cocinar. Además, son ellas quienes consiguen mantener el equilibrio de una balanza social que a duras penas se mantiene en pie. Esta Navidad brindemos por todas nuestras mujeres, madres y abuelas porque gracias a ellas estamos aquí y gracias a ellas esta crisis no es aún peor. Va por tu madre.