Se llama Wayne LaPierre. Es el individuo que hace unos días no dudó ni un ápice en manifestar lo siguiente a los periodistas a cuenta del trágico suceso de Newtown (Connecticut): “La única manera de detener a un tipo malo armado es un tipo bueno también armado”. Semejante personaje -por no mentar un calificativo más acorde al susodicho- ocupa el cargo de vicepresidente de la todopoderosa NRA (siglas en inglés de la Asociación Nacional del Rifle) y ha tenido los santos bemoles de declarar sin inmutarse -todavía con varias de las víctimas en cuerpo presente- que lo acaecido -nada, una minucia: 26 personas muertas, la mayoría niños- hubiera sido diferente si habría existido alguien por allí con armas y con el entrenamiento necesario para evitarlo (vamos, un auténtico Rambo). No contento con ello, el tal Wayne culpó de este tipo de incidentes al mismísimo Hollywood, al Gobierno norteamericano, a la prensa -por supuesto, la madre de todos los males-, a los videojuegos y a Juanito de los Palotes, y anunció a los medios que la NRA (presidida en su momento por Charlton Heston, que en algún momento de su vida cambió el báculo de Moisés por una escopeta) iba a plantear una ofensiva en el Congreso para dotar de policías armados hasta los dientes a cada colegio. Cuando ocurre una desgracia de estas características -recordemos la del instituto Columbine- se abre el debate sobre el uso de las armas en Estados Unidos y seguidamente todo queda en aguas de borrajas. El voluntarioso presidente Obama ha prometido que presentará una propuesta para el control de las armas de fuego que mucho me temo que se diluirá en el café de las buenas intenciones ante los tentáculos desplegados por la NRA, que propala hasta la saciedad que la segunda enmienda constitucional -en su interpretación más individualista- recoge este derecho y bla, bla, bla… Obama tiene una ocasión única para plantarle cara y dar batalla legal a los que piensan que un fusil o un rifle es la prolongación de su brazo; de lo contrario veremos a gente de la calaña del ínclito Wayne pensando que aún viven en el salvaje Oeste, como John…
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Wayne - Por Fran Domínguez publicado por Marta Plasencia →