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Alas a un céntimo – Por Arun Chulani

   

El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo… Salí de casa a ver a una persona un tanto especial. En el encuentro, risas, gritos y una conversación de dos, que no tres, haciendo que el tiempo, que no sábanas (qué envidia de sábanas), nos envolviera para llegar a las cuatro de la tarde, donde una llamada terminaba en la biblioteca. Y en ese paraje, un llanto propiciador de charlas entre cortados.

Surgió en la conversación el pensamiento, para mí realidad, de que todo tiene su porqué. La casualidad de que el niño que tengo frente a mí haya encontrado un céntimo en el suelo mientras escribo. Todo surge de un atrás, de ese alguien que se le cayó o, quizás alguien como yo, que adrede soltó tal céntimo al suelo para crear ilusión en el siguiente que lo encuentre y desearle suerte…

Vaya, cuánto griterío desde ese corro de niños. ¡Pero si es el niño que encontró el céntimo! Ahora tiene un paquete de pegatinas en su mano y no para de repartirlas. Puede que el céntimo que encontró le hizo llegar al dinero necesario para comprárselo. Y, gracias a él, todos los amigos también tienen una pegatina nueva. Pero, a lo mejor, el niño siguiente que fue al quiosco quería una pegatina en concreto para completar su álbum, y no la consiguió. Quizás estaba en el paquete anterior. Y todo por un céntimo en el suelo. Curioso, ¿no?

Y es que todo pasa por algo. Casualidades que se convierten en causalidades no solo con un cambio de letra. Yendo más allá, con el cambio de una palabra. ¿Qué pasaría si hubieses dicho una y no otra? Decir sí o no no implica lo mismo: cambia todo. Ese momento en el que te ofrecen algo importante, que tienes que decidir la izquierda o la derecha. Levantarte o seguir durmiendo. Todo pasa por algo, eligiendo así, sin querer, el devenir de los acontecimientos.

¿Casualidad o causalidad? Puede que pensar en las casualidades sea más idílico y fantasioso. Para mí, cada acción tiene su efecto. La decisión de dar un paso. Equivocarse y aprender. Y entra aquí el “quien no arriesga, no gana”. Pero bueno, eso es otra historia. Ahora voy a tirar los céntimos sueltos de mi cartera al suelo, a ver si, con algo de suerte, consiguen hacer volar más de uno.

@arunchulani