Se resisten! Pero ¿quiénes son los que se resisten? Pues, aunque parezca una aberración humana, son todos y todas aquellas personas a los que a través de las urnas les hemos dados poderes para velar por la libertad y la democracia. Aunque conviene matizar que con la actual ley electoral mi voto es indirecto, porque, si quiero votar a un partido concreto, no tengo otra opción que votar la lista que ellos me proponen, donde en la inmensa mayorÃa de los casos los candidatos/as han medrado en base al peloteo y las puñaladas traperas. Me gustarÃa lanzar una pública pregunta: ¿cuántos/as de las personas que figuran en las candidaturas serÃan votadas en el supuesto de presentarse en listas abiertas? Me arriesgaré a equivocarme, pero no creo que superen el 10%.
Se han inventado de todo y no terminan de aceptar que el problema son ellos: los polÃticos elegidos en una democracia corrupta que necesita de una urgente reforma constitucional. El paro y la corrupción son sólo la punta de un iceberg, a punto de reventar. Antes distinguÃa entre la clase polÃtica al honesto y al corrupto; siempre pensé que en su inmensa mayorÃa venÃan a servir al pueblo, pero también que los habÃa que venÃan a servirse del pueblo. Ahora me niego a repetir aquella afirmación pues sólo distingo a dos clases de polÃticos: los corruptos y los cómplices. Porque nadie me va a convencer de que para que haya ladrones, en la polÃtica hablo, tienen que existir los encubridores. Y además son todos/as y, como Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como. Más claro: entre corruptos y cómplices se montan las comisiones de investigación, y si te vi, no me acuerdo. ¡Sigan bailando! El pasado sábado declaraba el conservador Alejo Vidal-Cuadras, salvando el pellejo: la situación exige una reforma profunda en los partidos polÃticos. No, señor, con esa propuesta no resolvemos nada. O nos dotamos de una democracia real y participativa, o corruptos y cómplices seguirán haciendo de las suyas. ¡Reforma constitucional, ya!
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