Juan DomÃnguez, que sostiene la presidencia de Bravo de Laguna en el Cabildo de Gran Canaria a cambio de la vicepresidencia cabildicia, se ha enfrentado con su partido, el Centro Canario, y en su partido han descubierto que es un golfo. Con todas las letras, porque Nacho González se niega a utilizar lo de presunto, supuesto o lo que proceda. Don Ignacio es aforado y se puede permitir tales excesos dialécticos. Yo soy periodista, y dice la regla numero 3 que nadie es culpable mientras no se demuestre. O sea: que el presidente de su propio partido, Nacho González, ha saltado briosamente al ruedo para denunciar al que fuera su segundo y presidente del Centro Canario en Gran Canaria, Juan DomÃnguez, acusándolo de ser presunto.
Cuenta don Ignacio que don Juan abrió tres cuentas a nombre del partido, falsificando su firma, e ingreso en esas cuentas el dinero que el Cabildo ingresa para cargos públicos, y se lo gastó en fiestas, saraos, restoranes de lujo, tiendas de discos (¿aún quedan?), informática y deportes, además sacó más de cinco mil euros del cajero, usando una tarjeta de crédito a nombre de un propio, al que también quiere Nacho llevar a los tribunales. Supuestamente. Es curioso que se enteraran justo ahora que DomÃnguez está fuera de la disciplina partidaria, pero es que tardaron en seguir las pistas: no supieron nada de las cuentas hasta que fueron embargadas por el impago de los alquileres de la sede del Centro Canario, y entonces empezaron a tirar del hilo, y salió la cometa.
Lo de Juan DomÃnguez se suma a la denuncia de Olarte sobre irregularidades supuestas en la institución ferial grancanaria, que -ya se sabe- le costó a Olarte la destitución por chivarse.
Y sumando las supuestas ilegalidades en Infecar a las presuntas golfadas con la caja del Centro Canario, dice Nacho González que Bravo de Laguna deberÃa destituir a Juan DomÃnguez y no a Olarte, pero que, como lo necesita para seguir instalado, pues Bravo se ha convertido en una suerte de Cristo crucificado con los dos ladrones a los lados. Con un poco de imaginación, sospecho que don Ignacio actualiza su versión del Evangelio, colocando a un lado de Bravo al tránsfuga Lobo, y al otro lado al tránsfuga DomÃnguez. Pero como no hay nada que señale a Lobo como presunto o supuesto, lo de los dos ladrones o es una licencia poética, o es un exceso de la estadÃstica, y don Nacho deberÃa haber partido por la mitad. Con los aforados ya se sabe: esperando estoy la aparición del pijama de Bravo. Es lo más adecuado para una historia de las de no dormir…