La segunda actuación de la Orquesta Filarmónica de Londres bajo la batuta de su director Vladimir Jurowski, el pasado 12 de enero, dentro del vigésimo noveno Festival de Música de Canarias, presentó un programa con la Obertura trágica Op. 81 de Johannes Brahms, de Sergei Prokofiev el Concierto para violÃn nº 2, en Sol menor Op. 63 y la SinfonÃa nº5 en Mi menor Op. 64 de Piotr Illich Chaikovski.
Se inició la velada con la Obertura, en la que pudimos apreciar una dirección singular con ideas propias y resultados musicales atractivos e interesantes, dichos con claridad, sentido dramático y exento de melodramático romanticismo, quizá desmerecen algo los bruscos cambios de dinámica que interfieren en el conjunto de la obra.
Como continuación, el Concierto de Prokofiev, con la joven violinista Patricia Kopatchinskaja. Su técnica es inmejorable, agilidad, temperamento, precisión, musicalidad. Hemos sentido a través de ella cómo el instrumento casi se convierte en un apéndice de su cuerpo formando un todo con ella. Es la artista que declama con su instrumento, la humanidad hecha música que encuentra sinceramente su manera de expresarse.
El público entusiasmado arrancó con sus aplausos una nueva intervención. Esta vez una pieza de carácter rabiosamente contemporáneo de un autor venezolano. Un auténtico lujo y un placer haber escuchado a una de las grandes violinistas de su generación.
Para finalizar, la SinfonÃa de Chaikovski. Una lectura que posee carácter e imprime su sensibilidad en una partitura nada fácil por sus contrastes, que sin buscar efectismos opta por una dramatismo sin demasiados gestos ni pathos. Una interpretación en la que la medida depende de su propio código. Es evidente que la consistente formación ejecuta la escritura con mucha fuerza, con un sonido excelente, con unos timbres muy trabajados por los solistas y en general con una gran belleza.