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Pascua Militar – Por Leopoldo Fernández

   

La Pascua Militar del 6 de enero se ha convertido en obligado referente anual en el que el ministro de Defensa y Su Majestad el Rey, como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, recogen en sendos discursos los principales problemas del Ejército y sus líneas de actuación a la vista del panorama geoestratégico internacional y de la política de seguridad y defensa que España comparte con sus países socios y amigos. Este año la ceremonia del Palacio de Oriente fue más corta y, debido a sus problemas de movilidad, el soberano no pasó revista a las tropas, ni entregó las condecoraciones, ni saludó a los invitados.

El breve discurso del jefe del Estado me pareció impecable en el fondo y en la forma, nada artificioso y cortesano -como fue su amañada y poco espontánea intervención televisiva con Jesús Hermida-; si acaso, quedó un tanto confuso el pasaje referido al mantenimiento de la capacidad militar española frente a la “amenaza de seguridad” que atribuyó a la crisis económica, cuando lo que en el fondo quería decir es que los recortes presupuestarios ponen en peligro la seguridad nacional. Su apelación a las dificultades materiales que soporta la milicia y la convocatoria de los militares a la tarea colectiva de “sacar adelante esta gran nación con esfuerzo, generosidad y espíritu de sacrificio” fueron referencia obligada, como en años anteriores. En cualquier caso, don Juan Carlos es uno de los valores más sólidos de la democracia española, pese a su relativa pérdida de popularidad, y sigue gozando de muy amplio respaldo popular.

Sí está siendo, en cambio, muy criticado el a mi juicio comedido discurso del ministro Morenés, que el Rey escuchó sentado, por su escasa referencia a las dificultades para el pago de más de 30.000 millones de euros hasta 2025 a cuenta de planes de armamento comprometidos en mandatos anteriores, pero sobre todo por su alusión a las “absurdas provocaciones”, se supone que provenientes de las corrientes independentistas catalanas, pese a lo cual los militares -faltaría más- “cumplen calladamente con su deber”… y “quieren ser ejemplo de unidad, honestidad, generosidad y valentía”, según Morenés. Tal alusión se ha sacado de madre por el victimismo nacionalista catalán, al que le faltó tiempo para tildar al ministro de “provocador” cuando cabría interpretar esta referencia como un rechazo expreso a las voces muy minoritarias que desde el estamento castrense reclaman una intervención militar en Cataluña. En todo caso, la serenidad, la abnegación y la ejemplaridad de las Fuerzas Armadas me parecen el mejor argumento contra quienes pretenden sacar de madre sus responsabilidades constitucionales.