JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Dice un proverbio africano que “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, puede cambiar el mundo”. Con ese espíritu nació hace apenas dos años la ONG Miryam de Anavim, una entidad sin ánimo de lucro tinerfeña que, desde la ética de la solidaridad, lucha por erradicar la pobreza que perpetúa el hambre. La idea, como explica al DIARIO su presidente, José Manuel Gironés, surge a mediados de 2010, “cuando empezamos a darnos cuenta de la gravedad de la situación del país, y lo que estaba suponiendo para muchos proyectos de otras organizaciones no gubernamentales, por ejemplo, aquellas que tratan de actuar contra el hambre en el Tercer Mundo”.
Así, se pusieron en contacto con el biólogo tinerfeño Javier Quevedo, profesor en la Universidad Católica de Chile y experto en acuicultura, una persona con amplia experiencia en cooperación y ayuda al desarrollo.
“Entendemos que la acuicultura puede ser una alternativa para paliar el problema del hambre en muchos países”, subraya José Manuel Gironés, quien deja claro que “somos un grupo de amigos con una misma sensibilidad, que no cuenta con ningún tipo de ayuda institucional ni subvención privada”. “Somos pequeños pero eficaces”, denota el presidente de Miryam de Anavim, que se constituyó oficialmente en noviembre de 2010.
APORTACIONES
En sólo unos meses, y merced a algunas donaciones y aportaciones particulares de sus miembros, la ONG empezó a colaborar con un pequeño proyecto en Benín, uno de los países más necesitados del oeste africano, donde la esperanza de vida apenas llega a los 50 años y el nivel de alfabetización ronda el 33%. “El objetivo era ayudar a algunas comunidades a desarrollar producciones básicas, para su propio consumo. A partir de ahí, y en la medida en la que la gente se fuera formando y creando colectividades, podrían comercializar los excedentes o incluso llegar a exportarlos”, expone Bernabé Olivera, tesorero de la organización. “Con ello -agrega- también podríamos contribuir a paliar otras carencias básicas de la población, en materia de sanidad, educación, etcétera”. Sin apenas recursos pero con enorme voluntad y sacrificio, Miryam de Anavim inició los trabajos en Benín, actividad que muy pronto dio excelentes resultados. “Vimos que podíamos colaborar en la capacitación de jóvenes en una granja acuícola, porque Benín es uno de los países del mundo donde más pescado cultivado se consume y se exporta, sobre todo a través de varias compañías holandesas”, relata José Pablo Pérez, secretario de la ONG.
“Ellos tenían un proyecto de una entidad local que no podía avanzar, por falta de materiales y preparación, y ese fue nuestro primer objetivo, darles soporte y apoyo técnico, algo que todavía hoy continuamos ofreciendo”. Con el tiempo, y aunque la organización continúa trabajando con África, el implacable caminar de la crisis económica hizo que la entidad dirigiese sus siguientes pasos hacia la ayuda a los más necesitados de Tenerife. “Nos dimos cuenta de que es importante trabajar fuera de España, pero que aquí en Canarias la gente cada vez tiene más necesidades por la situación de crisis y desempleo en la que nos encontramos”, denota Mercedes García, vocal de la ONG. “Por eso, entendimos que, sin abandonar nuestra idea y nuestros proyectos en el Tercer Mundo, podíamos lanzamos una serie de campañas de ayuda a entidades de aquí”.
CAMPAÑAS
Dicho y hecho. Tanto en 2011 como el año pasado, Miryam de Anavim llevó a cabo distintas campañas de recogida y compra de alimentos, vestimenta y material escolar para paliar necesidades básicas de un grupo de madres solteras y en situación de exclusión social, en colaboración con las monjas Oblatas; también aportaron ropa a una veintena de familias del hogar y comedor que poseen las Siervas de María en la capital tinerfeña; y facilitaron material escolar para los niños que diariamente acuden al comedor Padre Laraña. “También estamos trabajando con la Parroquia Beato Padre Ancheta de Anaga, que tiene distintos proyectos para jóvenes en exclusión, y seguimos trabajando para volver a África y Asia, para poner en marcha distintas acciones en países como Sudán del Sur o Bangladesh”, concluye Mercedes García.
[apunte]Una lacra invisible
Como explica José Manuel Gironés, presidente de Miryam de Anavim, “la pobreza es un círculo vicioso del que es muy complicado salir”. No en vano, en la actualidad hay más de 2.500 millones de personas en el mundo que reciben menos de 2 euros diarios para sobrevivir, y 1.000 millones de personas se mueren de hambre en el planeta. “Nosotros abordamos en el proyecto de la ONG la idea de la ‘soberanía alimentaria’, porque la primera y máxima necesidad que tiene el ser humano es la de comer”, subraya Gironés, quien deja claro que “en estos momentos hay una lacra invisible en muchos países, que es la falta de vitaminas. De hecho, se calcula que 360 niños cada día se quedan ciegos en el Tercer Mundo”, asegura. Por eso, entre las entidades con las que colabora la organización tinerfeña es la Asociación Anidan, que atiende las necesidades de la infancia en Kenia. Promovida por el periodista español Rafael Selas, Anidan colabora a su vez con la Fundación Pablo Horstmann, un hospital pediátrico que atiende a 80 pacientes al día y reparte en un año 15.000 cartillas sanitarias infantiles con derecho a asistencia gratuita. Además, realiza campañas de ayuda a una de las poblaciones más empobrecidas por la sequía y los conflictos que azotan esta parte de África. [/apunte]