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Del profesor Ratzinger a Benedicto XVI, la amplia trayectoria del papa alemán

   

LÁZARO ISAACS (EFE) | Berlín

La amplia trayectoria de Josef Ratinzger empezó en las facultades de teología alemanas, primero como estudiante y luego como profesor, y culminó en El Vaticano, a donde llegó como prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe para convertirse luego en el papa Benedicto XVI.

Nacido en Baviera (sur de Alemania) en 1927, Ratzinger estudió teología en Múnich y Freising entre 1946 y 1951 y, tras su ordenación como sacerdote, siguió en la universidad, aunque ya como profesor en Bonn, Münster y Tubinga.

En esta última ciudad coincidió con Hans Küng, uno de los teólogos más famosos y mas controvertidos de Alemania.

Ratzinger llegó a la Facultad de Teología de Tubinga en 1966, como profesor de Dogmática, por recomendación del propio Küng, y ambos pertenecían en esa época al grupo de jóvenes teólogos alemanes que habían marcado con su pensamiento el Concilio Vaticano II y que buscaban el acercamiento de la Iglesia al mundo moderno y a las otras religiones.

No obstante, la experiencia que vivieron como profesores ante la revuelta estudiantil de mayo de 1968 hizo que los dos teólogos tuvieran evoluciones contrarias.

Así, la experiencia del 68 llevó a Ratzinger a trabajar para moderar el acercamiento de la Iglesia al mundo, por temor a caer en el relativismo.

El papa Benedicto XVI (c) ora mientras celebra en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual. / EFE

El papa Benedicto XVI (c) ora mientras celebra en la basílica de San Pedro del Vaticano la Vigilia Pascual. / EFE

Küng, en cambio, radicalizó su pensamiento liberal y desarrolló una teología crítica que va mucho más allá de la apertura del Concilio Vaticano II, llegando incluso a criticar el dogma de la infalibilidad papal, que llevó a que El Vaticano le retirase en 1979 el permiso para oficiar como sacerdote y enseñar teología católica.

Dos años antes, Ratzinger, que había dejado Tubinga en 1969, se convirtió en arzobispo de Múnich, para dos años después ser llamado a Roma por el papa Juan Pablo II como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Aunque para Ratzinger el tema del ecumenismo siguió siendo importante, para él, más importante que el diálogo, era el mantenimiento de la identidad católica.

Su declaración “Dominus Jesus”, que se consideró un paso atrás en el diálogo ecuménico al decir que las iglesias protestantes no eran verdaderas iglesias, produjo una de las primeras decepciones en Alemania, donde el debate con los protestantes es un tema clave.

Otro asunto que se discute permanentemente entre los católicos en Alemania es el de encontrar una fórmula para permitir el acceso a los sacramentos a los divorciados vueltos a casar y, al respecto, al comienzo del pontificado de Benedicto XVI se tuvo la esperanza de que en ese punto volviese a aparecer el joven teólogo liberal.

Muchos esperaron un documento sobre el tema, pero el texto no llegó a producirse.

El pontificado de Ratzinger, iniciado en 2005, coincidió con una serie de momentos críticos en la Iglesia alemana, desde el conflicto con los lefrevianos hasta el escándalo de abusos sexuales en colegios religiosos.

Ello llevo a muchos creyentes a abandonar el catolicismo y a que se volviera a discutir fervientemente sobre la necesidad de una modernización del aparato y la doctrina eclesiástica.

En algunos de esos momentos, Ratzinger estuvo en el foco de las críticas de muchos que lo veían como un freno a la modernización.

Otros, en cambio, aprecian su carácter de teólogo y, sobre todo, la gran humildad personal que ha mostrado durante su pontificado y que, según el presidente de la Conferencia Episcopal alemana Robert Zollitsch, es lo que le ha llevado a renunciar cuando las fuerzas han empezado a faltarle.