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Lo de Italia – Por Jorge Bethencourt

   

La democracia no es la razón de la mayoría. Primero porque la razón es una cosa resbaladiza, inasible e interpretable. Conozco divorcios en los que los dos cónyuges creen tener la razón. Pero es que, además, cuando la razón de la mayoría establecía que el mundo era plano, el planeta seguía siendo redondo y achatado por los polos. No. La democracia es la voluntad de la mayoría, que es otra cosa.

El pueblo italiano ha dado una patada al sistema. Lo que pasa es que se la ha dado en su propio trasero. Los resultados que consolidan como segunda fuerza política al Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo han transformado a la república italiana en un país aparentemente ingobernable. El apoyo a Grillo, que llega a la política negando la política, y el regreso triunfante de Berlusconi, son la demostración del hartazgo de los italianos ante los recortes, los ajustes y los sacrificios frente a una clase política irresponsable. Un cómico que juega a hacer política y un político que juega a ser cómico constituyen una extraña pareja que se ha llevado la mitad del poder de representación en Italia.

Los resultados de las elecciones han creado el pánico en los mercados financieros, donde se han disparado todas las alarmas. Porque aunque Italia está acostumbrada a las melés ideológicas de todo tipo, al billar político a varias bandas, el escenario actual tiene una profunda carga surrealista. Pero es lo que ocurre cuando los que representan la voluntad popular se ocupan en la demolición de su prestigio y en transmitir a los ciudadanos la imagen de la frivolidad, el juego sucio y la defensa de sus propios privilegios.

Lo que ha ocurrido en Italia es un entremés del devenir del futuro en España. Acabado el milagro español, que se construyó con un dinero ajeno, nos enfrentamos al fin de fiesta con el estupor de una resaca que parece interminable. La crisis económica, financiera e institucional es mala. Pero lo que asusta realmente es la incapacidad de las fuerzas políticas y sociales españolas para encontrar espacios de acuerdo en las grandes acciones que intenten rescatar el país del naufragio.

La crisis es el perfecto caldo de cultivo para que, ante la debilidad de las instituciones del Estado, surjan los separatismos territoriales, los oportunismos políticos, los discursos populistas y, en general, los valores cortoplacistas. Para que surjan y prosperen mientras la más mediocre y ramplona clase política posible siga haciendo histeria donde tendría que hacer historia. Hoy nos asombra Italia. Pero es sólo el prólogo del relato de quienes siguen pensando en pagar los platos rotos sobre las costillas de una gente hastiada de pagarlos.

@JLBethencourt