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Memoria – Por José David Santos

   

Escuchaba hace unos días en la radio que la memoria de los seres humano no está preparada para las exigencias que le endosamos hoy en día. A lo largo de miles de años, sin embargo, se ha ido adaptando para ir más allá de la función primigenia que tuvo; esto es, recordar, por ejemplo, el color de un fruto venenoso o distinguir el sonido que precedía al ataque de un devorador. Existe una patología que atrofia el sistema selectivo que posee el cerebro para no saturar la memoria y designar aquella información que retiene y cuál no. Quienes padecen esta enfermedad lo pasan fatal ya que recordarlo absolutamente todo puede, incluso, llevar a la demencia. Es como aquel relato del genio Borges, Funes el memorioso que, al margen de la excelencia literaria, describía la angustia y dolor de ser capaz de rememorar desde el aliento de un amigo de la infancia al sonido de un sábana al despertar de hacía meses. Lo malo no era recordar, sino no poder olvidar.
Aquí, el problema, es que ni recordamos, ni olvidamos. Vivimos en la sempiterna contradicción de olvidar siempre aquello que no nos interesa (Rajoy olvidó lo que dijo sobre su sueldo y ahora queda como un mentiroso olvidadizo)y recordar lo que sí. Es el argumentario del Partido Popular, pero también de la mayoría de españolitos ya que, al parecer, nadie votó a los populares, nadie ha cobrado en negro en su vida y, lo que es peor, pocos recuerdan que durante los días de vino y rosas a casi ninguno le preocupaban la ética o la honradez…mientras siguiera la fiesta. Funes moría porque era incapaz de olvidar ni un solo recuerdo. España, en cambio, se desangra porque recuerda y olvida desde la hipocresía y el interés particular.

@DavidSantos74