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Plantar papas y fibra óptica – Por David Sanz

   

La gente está quemada. Me contaban este fin de semana por el norte que sembrar boniatos, papas o ñame para tener que esperar siglos a que te paguen la cosecha, al precio que a algunos les da la gana, está terminando de machacar al personal que todavía se dedica al noble oficio de la guataca, que corre contra el tiempo confiado en llegar a cobrar el seguro agrario antes de que algún recorte se lo lleva por delante. Hace un tiempo, esta espera se llevaba con relativa tranquilidad porque en muchos casos no dejaba de ser un complemento para la economía doméstica.

Ahora, los tiempos han cambiado, para peor, y sigue sin dar el resultado esperado. Cuando ha dejado de ser un complemento y se ha convertido en una necesidad, tampoco parece que los intermediarios se hayan sensibilizado con esta realidad. La gente que trabaja la tierra es muy paciente, está acostumbrada al ritmo que la naturaleza impone a las cosechas y a enfrentar toda clase de contratiempos. Pero ahora también está indignada. Con todo, aparecen pequeños signos que dan un rayo de esperanza para los agricultores. Como el acuerdo que acaba de firmar la cadena de supermercados de Tomás Barreto con el sector agrícola y las administraciones competentes para la producción y comercialización de las papas que se cultivan en La Palma. Una relación directa entre el cosechero y el vendedor que, sin duda, puede beneficiar a las dos partes, evitando intermediarios en el proceso.

Esto permite también establecer un precio competitivo en el mercado frente a las papas importadas. Ahora será oportuno concienciar al consumidor para que apueste por la compra de los productos palmeros. La suma de un precio razonable y la calidad y frescura que ofrece un producto de la tierra deberían ser alicientes suficientes para convencernos. Por paradójico que parezca, La Palma está con una mano recuperando su pasado rural y con la otra intentando adaptarse a la corriente de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Sembrar de fibra óptica el territorio para que la Isla tenga una banda ancha acorde con una economía ligada a la inteligencia y, a la vez, volver a labrar los viejos canteros abandonados para cultivarlos de productos hortofrutícolas, se dan la mano en esta carrera por superar la crisis y reinventar el futuro en la que andamos.