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OPINIÓN > Por Elena Fariña Vargas

Todo el conocimiento en un libro – Por Elena Fariña Vargas

   

Cuando los abuelos y abuelas cargan las mochilas de sus nietos y nietas, no pueden evitar contarles que ellos únicamente tenían un libro que contenía todo lo que debían saber. Un libro que aglutinaba todas las asignaturas, y que incluso contenía la enseñanza de determinados valores o contenidos procedimentales como la educación vial. Historias que sorprenden a muchos niños que cuentan con varios libros de texto para cada una de sus asignaturas.

Más allá de la preocupación lógica de los padres por los problemas de espalda de sus hijos o el debate sobre si deben utilizar las mochilas con ruedas, me gustaría hacer una reflexión desde la óptica de los docentes. Los afortunados abuelos que tuvieron la oportunidad de ir a la escuela se encontraban en un momento histórico con una realidad educativa muy diferente a la actual. La sociedad de la información, los avances científicos y tecnológicos y la globalización del conocimiento han permitido crear nuevos escenarios educativos que se ajustan a un nuevo contexto de enseñanza. Estos avances, unidos a la integración de las Tecnologías de la Información y la Comunicación cuentan con evidentes ventajas para el alumnado. Pero, desgraciadamente, en las aulas de muchos colegios se sigue reproduciendo un modelo de enseñanza tradicional basado en la memorización de contenidos, que normalmente aparecen desarrollados en un libro de texto.

La enciclopedia era el libro que contenía el conocimiento, actualmente son los libros de conocimiento del medio, lengua o matemáticas, pero, en definitiva, un número determinado de hojas que sin lugar a dudas limitan el aprendizaje de los niños y niñas.
Nuestra próxima ley educativa Lomce no se aplicará posiblemente hasta el curso 2014-2015 o incluso en el siguiente curso académico.
Este retraso se debe a la necesidad de desdoblar el cuarto curso de la ESO, crear la Formación Práctica básica, rehacer los currículos de las asignaturas, así como editar nuevos libros de texto. Una ley que pretenda abogar por la integración de las TIC en los procesos de enseñanza-aprendizaje deberá romper con el uso del libro de texto como elemento central del aprendizaje. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, el acceso a Internet, los diferentes recursos y materiales digitales existentes, los ordenadores portátiles, las tabletas y las pizarras digitales, son solo ejemplos de la necesidad de plantear un currículo actual, abierto y flexible, que por supuesto sea mucho más vasto que un libro de ciento sesenta y siete páginas.

Elena Fariña Vargas ES DIRECTORA DEL ÁREA PEDAGÓGICA DE FIZZIKID