La cena, a la que acudieron más de 50 personas, estuvo amenizada con bailes inspirados en el lejano oriente, en recuerdo al tema del Carnaval de este año. Los vinos que se consumieron eran tdos canarios. | ACFI PRESS
VERÓNICA MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife
¿Hay algo que nos motive más hacia la felicidad más absoluta que un beso con sabor a vino? ¿O un buen vino acompañado por un beso? La sumiller Rasa Strankauskaite lo resumía muy bien: hay besos que jamás se olvidan. Esos robados en medio de un local lleno de gente hasta que el camarero decide cerrar y que se continúan en los soportales colindantes. Besos cotidianos, picos sin trascendencia que convierten nuestro día en más feliz. Besos apasionados que son el mejor de los prolegómenos del sexo más salvaje. Besos que significan “te querré siempre” o “aún estoy aquí”. Miles de besos que maridan, perfectamente, con los vinos canarios.
El pasado 14 de febrero era la fecha señalada en comercios, restaurantes y floristerías como el Día de los Enamorados. En el Iberostar Grand Hotel Mencey supieron dar a ese día un contenido más que interesante lejos de cursiladas.
Lo llamaron Besomancia y era un maridaje con besos, vinos canarios y la siempre curiosa cocina de su chef Juan Carlos Clemente. Toda una experiencia que los que tuvimos la suerte de disfrutar vivimos con intensidad y… con muchos besos. La noche prometía un buen menú y un recorrido por varios vinos canarios que la sumelier Rasa Strankauskaite iba describiendo invitando a los participantes a maridarlos con besos.
Enseguida, la magia (el vino… y el amor) hizo su juego y la atmósfera se convirtió en pequeños microespacios de parejas que disfrutaban de la experiencia. Siempre en una atmósfera cómoda y nada invasiva.
La organización no quiso obviar que estamos en el Carnaval de Bollywood y acompañó el momento con el baile de Tamara y Yurena de la compañía Amar Amani.
El Aula de Cocina del Mencey fue el escenario de esta noche y vistió sus mesas con un cuidado decorado al tiempo que enfocaba a sus comensales a la cocina abierta para poder observar cómo Juan Carlos Clemente culminaba los platos. El menú degustación estuvo compuesto por ceviche de cherne con detalles frutales; viga de queso asado con piña y jengibre; espaguetis para compartir con carbonara actualizada; tunaburguer; carrilleras de Ibérico con violetas y puré de tubérculos; trufa blanca de pasión y torrija de vino con helado de frutos rojos.
Todo, endulzado con besos de primer roce, besos con magia, besos de rendición, de fantasía, pasionales, besos de lujuria y besos robados que se fusionaron con Tierra de Frontos Blanco Ecológico (Abona), Vega Las Cañas Blanco Barrica (Valle de Güímar); Brumas de Ayosa Rosado (Valle de Güímar); Tajinaste Tinto Maceración Carbónica (Valle de La Orotava); Bronce Tinto Ecológico (Tacoronte-Acentejo); Gran Malvasía Viñátigo (Ycoden Daute Isora) y Monje Padre Tinto Dulce (de la Denominación Tacoronte-Acentejo).