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‘Bésame y vente conmigo’

   

Por REBECA DÍAZ-BERNARDO

besame y vente conmigo

Portada del libro ‘Bésame y vente conmigo”. | DA

Si pensaban que ahí quedaba todo estaban equivocadas, porque sigo rizando el rizo y buscando más y mejor, si cabe, me he encontrado de narices con Olivia Ardey, su ternura y sus protagonistas completamente acordes con el nuevo siglo. No en vano la misma Olivia se autodefine como una hija de la emigración de los 60, del “vente a Alemania, Pepe”, país en el que nació aunque está afincada en Valencia desde donde ella también riza rizos con una gracia que te arranca carcajadas y unos arquetipos completamente diferentes a lo que las lectoras de las novelas románticas estaban acostumbradas.

En su última novela, Bésame y vente conmigo, nos encontramos con Álvaro, Celia y Nico, tres amigos que lo compartieron todo de niños y años después se reúnen en el funeral de un pariente millonario que, ¡oh, sorpresa!, les ha dejado en herencia su bodega centenaria y sus ricos viñedos. Sin embargo, el testamento tiene trampa, ya que solo heredará la fortuna aquel de los tres que primero se case. ¿Quién logrará hacerse con la herencia? Un viaje a Las Vegas, secretos, malentendidos, y el hallazgo de un tesoro inesperado harán que cada uno de los protagonistas acabe encontrando lo que más desea… aunque ni ellos mismos lo sepan.

Hasta ahí la cosa parece más o menos normal, dentro de lo que podríamos esperar de los protagonistas de una novela de este género, pero hete aquí que ya desde el inicio nos encontramos con una pareja gay de dos hombres Alfa que deciden salir del armario a patadas, sin el estereotipo de la pluma que normalmente estamos acostumbrados a leer. Y es que Álvaro, que es heterosexual, es guapo como para parar un tren, pero Nico, el gay, además de guapo y sexy a rabiar, es un irreverente que tiene un morro que se lo pisa y una gracia que a veces eclipsa a los demás personajes, con excepción de un abuelo, Cele, que ha robado corazones lectores y que no me extrañaría que en breve tenga su propio club de fans, porque no he leído un solo comentario donde no se le mencione con el cariño y la nostalgia con que cualquiera de nosotras hablaría de su propio abuelo.

Olivia Ardey empezó tarde en esto de escribir novelas, pero vive y trabaja entre libros y en 2008 y desoyendo a quienes le decían que jamás publicaría, arrancó de una buena vez y en cuestión de meses vio su nombre en los estantes de las librerías con su primera novela, un western romántico histórico, y un par de años después volvió a repetir experiencia aunando la temática del género con las experiencias de sus propios antepasados emigrantes, ambientando su segundo éxito en la ciudad de Nueva York durante los años 20. Bésame y vente conmigo transcurre entre Teruel y Las Vegas, vamos, de aquí al pueblo de al lado, y la trama gira alrededor del mundo del vino y las bodegas, para lo que Olivia contó con la ayuda y el asesoramiento de las Bodegas Clos Montblanc de Tarragona porque el buen vino, como la amistad y la búsqueda de la felicidad solo se consiguen con la paciencia y la sabiduría que nos dan los años.

Olivia me recuerda que la cita del inicio es de Estopa, del tema Vino tinto, así que hay que tomárselo calentito, porque en frío engaña, y al ritmo que cada una prefiera, porque para colmo vendrán más, en 15 días la segunda edición de Bésame y vente conmigo, y en poco tiempo alguna de las tres novelas que ya tiene empezadas, con unas heroínas que deciden por sí mismas y no se dejan avasallar, y con la marca de la casa que es un final feliz caiga quien caiga, porque Olivia lo que pretende es que al acabar la última página, sus lectoras sonrían tranquilas sabiendo además que la realidad supera a la ficción, con sus agrios y sus dulces ya que Olivia tampoco está dispuesta a renunciar a la gracia y simpatía que la caracterizan a ella y a sus protagonistas… y si no, cuando lo lean me lo cuentan, porque la escena de la botella de lejía, sí ¡pasará a la historia!