Nunca creà en ti. Tampoco lo hago ahora. Aunque no te conozco personalmente, te respeto. Tengo buenas referencias. No fue en la escuela donde lo aprendÃ. Me educaron de tal manera que las creencias más firmes se intuÃan. Nunca me dijeron cómo actuar en situaciones concretas, pero, aun asÃ, lo sabÃa. No puedo negar que a veces dudaba; aún lo hago.
Yo sé que vives dentro de muchos hombres. Algunos existen por y para ti, pero entiende que no todos somos asÃ. No te pido nada más. Comprende que en el colegio no solo están ellos, sino también nosotros. Es tan simple que explicártelo me resulta un tanto extraño. También sé que debe resultar difÃcil aceptar el cambio. Antes todo era diferente. Antes tú eras el centro. Pero piénsalo un momento. En ese antes todos tenÃan que creer en ti. Era un amor impuesto, una tradición que no se cuestionaba.
Ahora te siguen quienes realmente lo desean; me imagino que la satisfacción será mayor. Asà deberÃa ser. No sé si bajas mucho por aquÃ. Tengo entendido que vives en otro lugar diferente del nuestro. Ya no se trata solo de ti. Tú mejor que nadie sabes todas las enseñanzas que hay detrás, y todos los años que han pasado desde tus inicios. Deseo que aún sigas teniendo fuerzas para demostrarles a tus fieles que la imposición no es el camino, porque de esa manera no nos vamos a replantear tu existencia.
Muy pocas personas son capaces de diferenciar entre quién eres y la burocracia terrenal que te representa. Y lo entiendo. Supongo que tú también después de todo. Me despido. Espero que no nos tengamos que ver allá donde habites. No te ofendas, pero para mà un final siempre significó un punto que no sigue.