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Corazón tinerfeño, alma tailandesa

   

AITOR ALONSO

Aitor ha participado ya en un Torneo Toyota y en dos Thai Fights. Los promotores locales lo tienen en sus previsiones. / DA

JUAN S. SÁNCHEZ | Santa Cruz de Tenerife

Aitor Alonso no es un emigrante cualquiera. No salió de Tenerife ni vive a 15.297 kilómetros de su tierra por necesidad. Lo hace por cumplir su sueño, el que le dicta el corazón tinerfeño que marca su ritmo rodeado de su alma tailandesa. El muay thai le cautivó hace muchos años.

Fue una herencia de su padre, Javier Alonso, y a los 13 años ya comenzó a practicarlo después de ir un verano a León y participar en un seminario con un tailandés que residía en España. El flechazo fue inmediato. Tanto que con 14 años ya se subió a un cuadrilátero para hacer correr por sus venas la sensación del riesgo, esa dosis de adrenalina que le iba a convertir en un nak muay, un peleador, de por vida.

Desde aquellos años hasta ahora, Aitor acumula 40 combates, la mitad de ellos disputados en Tailandia, el lugar donde lleva varios años establecido junto a su padre y a su buen amigo y entrenador Franco Consalter. “Franky es un gran amigo y siempre me ha apoyado. Ahora vive aquí con nosotros y es el que me hace las esquinas junto a los tais”, cuenta Aitor desde Pattaya, el lugar donde vive desde hace tres años.

“Nosotros veníamos más o menos dos veces al año desde hace dos años pero mi padre quería tomarse un año sabático y venirse para Tailandia, así que decidí aprovechar esa posibilidad y me vine con él”. Han pasado esos tres años y Aitor no tiene en mente regresar a Tenerife, de momento. Ahora entrena en el gimnasio Sor Klinmee, donde está Sudsakorn, una de las estrellas del muay thai actual con el que se midió el año pasado en su primera comparecencia en la gran gala Thai Fight donde el tinerfeño cayó derrotado antes del límite dejando una muestra de su valentía y arrojo. Precisamente esas cualidades han convencido a los tailandeses para que le empiecen a llegar esas grandes oportunidades.

“Aquí me han acogido como a un peleador tai, como si fuera un local y yo estoy muy contento por el trato de la gente y por el trabajo de los entrenamientos”, relata Aitor. Su rutina diaria es dura. Comienza a las cinco de la mañana cuando se levanta para correr una media de 15 kilómetros. Luego un poco de trabajo en el saco, desayuno y vuelta a la cama para levantarse sobre el mediodía, almorzar y aprovechar unas pocas horas muertas para hacer sus trámites personales.

AITOR ALONSO

Aitor, su padre Javier (izquierda) y Franco, viven sin lujos en Tailandia. / DA

A las 15.30 vuelve al gimnasio. Carrera, comba, sombra, saco, cinco asaltos de paos, rodillas al saco, cuerpo a cuerpo y algunos ejercicios como abdominales, flexiones y dominadas forman parte del entrenamiento y de su puesta a punto para los compromisos que se avecinan.“Luego vuelvo a casa, me ducho, ceno y veo la televisión un poco hasta que me duermo” y al día siguiente vuelta a empezar.

Después de cada combate cuenta con unos cinco días de descanso antes de emprender de nuevo la preparación de la siguiente batalla, lejos de su gente, sin apenas contacto con algunos púgiles canarios que se han afincado en Tailandia. “Aquí en Pattaya no hay ni siquiera españoles, aunque en Bangkok sí y mantengo buena relación con algunos de ellos”, confiesa Aitor, que se lleva bien con los tailandeses “pese a que siempre hay una pequeña distancia entre ellos y los que somos extranjeros”. Sus planes de futuro pasan por seguir viviendo y entrenando en Pattaya.

“Me están saliendo buenos combates y las bolsas cada vez son mejores por lo que no me planteo otra cosa que no sea seguir aquí. Estamos muy bien, hay buen clima, es un sitio barato y tengo el mejor muay thai ¿qué más puedo pedir?” dice el valiente fajador tinerfeño que reconoce que “nunca dejo de lado la opción de volver a Tenerife aunque por ahora mi vida la tengo aquí”.

Aitor regresará a Tenerife en junio “a ver a la familia y a los amigos” durante un mes y no descarta que en esas vacaciones pueda hacer algún combate en la Isla, pero su billete es de ida y vuelta. Lo más difícil ya lo ha hecho, convencer a los tailandeses de que sirve para su deporte nacional. Ahora le queda seguir el camino.