Divide y vencerás. Esta sentencia, que se atribuye tradicionalmente a Julio César, creo que fue una de las claves que manejó con más acierto el expresidente de Venezuela, Hugo Chávez. La provocación al otro, teñida de un mesianismo caribeño y profundamente paternalista, fueron las señas de identidad de su presencia en la arena polÃtica. Chávez fue la salida que encontró el pueblo venezolano al precipicio que llevó al paÃs el Copei y la Acción Democrática. Un militar embriagado por el poder y con el convencimiento mesiánico de reencarnar la figura mÃtica de Simón BolÃvar. Y la liberación para el pueblo venezolano no era otra cosa que el petróleo. Chávez hizo uso de los recursos de ser un paÃs productor del oro negro para conquistar el terreno social y electoral que le hacÃa falta para recrear un estado a su medida. El programa social tuvo sus logros, es verdad, pero no consiguió a lo que aspira una sociedad democrática: consolidar una clase media que fortalezca el valor de la ciudadanÃa. Lo que sà hizo fue poner en primera lÃnea de su gestión a los más pobres, pero sin dejar crecer lo suficiente a esta clase para que reconocieran que eran sus derechos los que estaban en juego y no la prerrogativa de un mesÃas que habÃa venido a liberarlos de la esclavitud a la que tenÃa sometida la burguesÃa. Chávez hizo un gran programa social, en terrenos tan básicos como la educación o la sanidad, pero no quiso tocar las claves para que la sociedad madurara en democracia. Y es que, pese a sus cuatro victorias electorales, para Chávez la democracia era un adorno, el lavado de cara a un sistema caudillista. Su espÃritu militar le hacÃa entender la polÃtica como un enfrentamiento entre buenos y malos, amigos y enemigos. Esta visión maniquea de la realidad partió en dos al paÃs. Y en ese terreno es donde el presidente comandante se manejaba como pez en el agua. Quizá sea este el peor de los legados que ha dejado con su muerte y que Maduro, un sucesor puesto con el beneplácito de Cuba, tendrá que tratar de reconducir. Porque en unas elecciones tan próximas al fallecimiento de Chávez, el chavismo todavÃa se alimentará del espÃritu de su lÃder, aunque es un movimiento abocado a desaparecer como todo poder tan personalista. Frente a él tiene a un opositor que se ha caracterizado por tender puentes, como es Henrique Capriles.