X
sucesos>

La Guardia Civil resuelve un crimen ocurrido en Granadilla en 2012

   

DIARIODEAVISOS.COM | Santa Cruz de Tenerife

El Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Granadilla de Abona ha logrado esclarecer un homicidio que se produjo el 14 de marzo de 2012 en San Isidro, imputando por ello a un varón de 32 años de edad por la muerte de otro hombre de 41 años, natural del municipio de Arona.

De la reconstrucción final y los hechos imputados al presunto culpable se desprende que el detenido golpeó a la víctima con una botella de vidrio en la cabeza y, posteriormente, con un cuchillo le realizó una herida inciso contusa.

El día que se produjeron los hechos, la Guardia Civil recibió una llamada comunicando que habían encontrado el cuerpo sin vida de un hombre en el interior de una vivienda. Dado que existían evidencias de que su fallecimiento se había producido de forma violenta, acudieron al lugar especialistas de la Unidad Orgánica de Policía Judicial.

Este hecho fue confirmado por el médico forense a la magistrada del Juzgado de Guardia de Granadilla, pues la víctima presentaba aparentes síntomas de que en su muerte habían participado terceras personas, ya que presentaba una herida en el cuello.

Para el esclarecimiento de estos hechos, la Guardia Civil tomó declaración a los familiares y amigos del fallecido, a los posibles testigos y a las últimas personas que lo vieron con vida. De este modo, se consiguió hacer una reconstrucción de los últimos pasos que dio en vida la víctima.

Así, se pudo ubicar al mismo subiendo a un taxi, procedente de la zona de Las Verónicas (Arona), en compañía de una segunda persona que no pudo ser identificada en ese momento. El taxi se dirigió a San Isidro, dejando a los ocupantes en una zona próxima al domicilio de la víctima.

En cuanto al escenario del crimen, por parte del Laboratorio de Criminalística se recogieron numerosas evidencias (huellas dactilares, muestras biológicas, etcétera) que fueron debidamente tratadas y remitidas a los diferentes organismos encargados del estudio y análisis de las mismas, resultando fundamentales para el esclarecimiento de los hechos.

Mientras llegaban los resultados de las muestras analizadas, se continuaron realizando pesquisas en el entorno de la víctima, tomando numerosas manifestaciones a personas relacionadas de una manera u otra con él y practicando diversas gestiones en lugares que frecuentaba, especialmente relacionados con la vida nocturna del fallecido.

A raíz de estas investigaciones, se supo que el fallecido solía ir a su segunda residencia -el lugar donde había sido encontrado sin vida- con bastantes amistades y conocidos, lo que dificultó focalizar o disminuir el número de autores potenciales del homicidio; sin embargo, se fue estrechando según avanzaban las declaraciones, análisis de pruebas y vestigios.

Una vez fueron obtenidos los resultados de los diferentes perfiles de ADN que se hallaron en el escenario del crimen, así como del resto de vestigios recogidos, se obtuvo una serie de personas que estuvieron en la vivienda, si bien había que establecer cuáles pertenecían al escenario del crimen y cuáles a días anteriores.

Tras los análisis correspondientes por parte de los investigadores, una vez cruzada con toda aquella que se obtuvo de las gestiones operativas sobre el terreno y de las manifestaciones que se llevaron a cabo, se consiguió descartar a ciertos sospechosos e implicar a otros.

UN TELÉFONO COMO PISTA
A partir de ese momento comenzó una nueva fase en la investigación, donde se volvió a hacer nueva actividad operativa en la calle, ubicando a los sospechosos y obteniendo indicios y pruebas que los pudiera vincular con los hechos investigados.

Fruto de esas actuaciones se obtuvo una importante cantidad de información, como la recuperación del teléfono del fallecido, el cual había sido adquirido por un ciudadano que, desconociendo su procedencia, lo había comprado a una persona que hasta ese momento no había sido identificada.

Con todos los datos obtenidos, a mediados del mes de octubre se contaba con un sospechoso y con pruebas directas que lo vinculaban, dándose la circunstancia de que esta persona se encontraba preso en el Centro Penitenciario de Tenerife II desde julio de 2012, por lo que no existía riesgo de fuga.

Para esclarecer el hecho, se procedió de nuevo a tomar declaración a todos los sospechosos que estaban relacionados con el escenario del crimen, de modo que se pudiera establecer quién estuvo presente en la vivienda de la víctima el día que se produjo su muerte.

Una vez descartada la vinculación de todos ellos con lo sucedido, la pasada semana y previa autorización judicial fue imputado el único sospechoso, de 32 años de edad, en la sede de la Unidad Orgánica de Policía Judicial como autor de un delito de homicidio consumado.

En su declaración policial, reconoció su participación en los hechos investigados, además de concordar lo manifestado con lo averiguado durante los meses anteriores por los investigadores, indicios todos ellos que le apuntaban como el principal sospechoso del homicidio.

Se ha acreditado también que esta persona había vendido el teléfono del fallecido. Igualmente, reconoció haber utilizado y tocado varios objetos del interior de la casa del fallecido -armas homicidas y otros objetos-, lo que era totalmente compatible con las evidencias extraídas por los componentes del Laboratorio de Criminalística de la vivienda y que ubicaban al autor en la escena del crimen.

En consecuencia, se instruyeron varias diligencias relacionadas con el delito investigado, que fueron entregadas todas ellas, así como los diferentes informes técnicos vinculados a la investigación, al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 4 de Granadilla de Abona.

Toda la investigación ha sido enmarcada en la operación ‘ROGE’, de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Santa Cruz de Tenerife, habiendo intervenido miembros del Equipo de Delitos Contra las Personas (Homicidios), Laboratorio de Criminalística y Equipo de Policía Judicial de Granadilla, habiendo quedado demostrado, a criterio de estos especialistas, la autoría de la infracción penal perpetrada.