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Sergio Aragoneses – Por Mayte Castro

Cuando llegó a la Isla era apenas un rapaz de 23 años que quería hacerse un hueco en el fútbol. Dejó Galicia, su Porriño natal, para dar un salto tremendo a la otra parte del Atlántico. Marchó de punta a punta de la geografía española. Cambió la lluvia por el sol y el marisco por las viejas. Abandonó su núcleo familiar para crecer en una isla, que no aislado.

Sus cualidades futbolísticas eran excelentes para demostrar que podría jugar donde él se propusiera. De aquella primera etapa recuerdo a un Sergio muy introvertido, casi inexpugnable. Cuando estaba viviendo uno de sus mejores momentos, la vida le sacudió fuerte. La muerte de su padre le marcó profundamente. Aragoneses pasó de ser excesivamente cerrado a un díscolo en su comportamiento. Jamás olvidaré una conversación privada que mantuvimos y donde encontré las respuestas a su cambio de actitud. Era su nueva concepción de la vida. Decidió vivir como si cada amanecer fuera el último. Como si no hubiera un mañana. Suele pasar que la pérdida de un ser tan querido te convierta en un rebelde contigo mismo y con la propia sociedad y que sólo el transcurrir del tiempo, cuando los años nos hacen madurar, recobremos la serenidad suficiente para vivir de otra manera. Tras su marcha de la Isla, el meta pontevedrés probó fortuna en el Getafe, At. Madrid, Elche, Hércules y Numancia. Y entre triunfo y triunfo, decepción y decepción. Sergio afrontó una nueva batalla, por la vida, pero esta vez, una lucha contra sí mismo. Y ganó. Superó su cáncer y derrotó a la enfermedad. Aprendió muchas lecciones en ese tiempo por tierras peninsulares y decidió, cinco años después, volver al sitio donde todo se inició. Resuelto a disfrutar de su profesión y de su familia chicharrera. Entró al club por la puerta de atrás en el 2008. Recuerdo que cuando vi el contrato que le ofrecían en el Callejón del Combate, pensé que sólo un tipo como él firmaría eso. Me perdí entre tantas cláusulas de tantas cosas, que llegué a imaginar que, como no tuviera un poco de fortuna, su estadía no sería breve, sería brevísima. Pero el capitán está en la madurez de su carrera y ha sabido aprovechar la oportunidad. Y ahora festeja la renovación de su compromiso contractual por una temporada más. Este domingo, ante un equipo gallego, el Coruxo CF, Sergio volverá a defender el escudo con el que todo comenzó. Un escudo y unos colores con los cuales, llegado el día, le gustaría terminar su historia futbolera. Me alegro por ti Sergio Aragoneses Almeida, porque creo que mereces que te sucedan cosas buenas, porque detrás de ese carácter fuerte o arisco que luces como armadura, escondes un corazón enorme.