LA BARBERÍA > Roque Guillén

De SOHeces y cagadas – Por Roque Guillén

Hoy, queridos barberianos, toca hablar de algo con lo que convivimos y que parece que nos empieza a gustar: nos toca hablar de la mierda.

Hace unos días, se levantó un sol tan espléndido que me obligó a cerrar un rato la barbería con el pretexto de “fui a la farmacia, vengo en diez minutos”, y escaquearme para disfrutar de tan bonito día. Camino de la botica, todo brillaba, los colores estaban al 100% de su nitidez. Casualmente no topé con afluencia de coches, ni el odioso ronroneo de sus cláxones. Los transeúntes hacían gala de sus ropas de verano, pantalones cortos y cholas para ellos y agraciados escotes para ellas. Un señor que regaba su jardín, esculpió un bonito manto de diamantes en su césped. Incluso una joven de unos treinta me puso ojitos, a los que hice caso omiso ya que soy un hombre felizmente casado y defensor incondicional de la fidelidad.

Casi llegando al destino, en uno de mis pasos sentí cómo el suelo se ablandaba y se volvía resbaladizo. “¡Mierda!”, pensé, y valga la redundancia, una gran masa de mierda había pisado. De lo grande que era la bosta, sentí como el teni se enterraba hasta la lengüeta; había mierda por toda la zapatilla. Me pregunté qué tipo de perro era capaz de cagar así, ¿un perrinoceronte? En fin, que aquel maravilloso día se convirtió en un oscuro ambiente draculesco con olor a ponzoña. En Londres un señor me dijo que sus animales hacían las necesidades en casa y que después los sacaban a pasear.
Aquí, los sacamos a evacuar directamente a las calles. Las calles están llenas de cagadas, las casas y aceras negras de las meadas, los pajaritos cantan y las nubes cada vez más negras. Nadie toma medidas desde el gobierno, solo para cobrarnos los impuestos de limpieza. Los dueños de los animales lo tienen como algo normal, por lo que doy por hecho que les gusta vivir así. Y a los que no les gusta, pues a joderse, porque sacar la mascota a la calle a cagar es muy español.