Taxistas laguneros – Por Domingo J. Jorge

En La Laguna, no podremos decir lo contrario, no es difícil encontrar un taxi. Quizás sea por la buena ubicación de sus paradas y que el oficio ha crecido. Lo que sí es cierto es que los taxistas laguneros curran. La columna que escribo la podría haber escrito desde el asiento del acompañante en un taxi de Aguere, y como prometí al taxista, lo estoy haciendo, pero desde mi ordenador. Cojo el taxi en la avenida de la Trinidad, un día de esta semana, que coincide con mi lectura en el DIARIO de que el concejal José Alberto Díaz, de Seguridad Ciudadana y Movilidad, y la patronal del sector nombrado, han llegado a un acuerdo de fijar un día de descanso semanal por licencia. Subo al vehículo, el buen conductor de este servicio público responde a mis buenos días, e iniciamos una conversación hasta la llegada a la dirección que le había señalado. Los temas estaban claros, su profesión, la crisis, falta de trabajo y la poca urbanidad de muchos clientes. Es decir, estar al volante de este automóvil unas cuantas horas y soportar el poco civismo de los paganinis. El taxista, un chico joven, pero con lides, vecino de este municipio, me cuenta una de sus tantas vivencias. Al parecer un día de tantos, un buen señor le pidió que lo llevara hasta Los Rodeos. “La cosa empezó mal. Digo buenos días y me responden las lunas delantera y trasera, porque de sus labios nada salió. Cojo hacia la autopista y el amigo quiere encender un cigarrillo. Le comento que eso ya no se puede hacer. Sin más, suelta sus primeras, bueno ya segundas, palabras. Y me insulta, diciéndome que él paga y él decide. Como usted comprenderá -se refiere a mí-, aquí acabó la conversación, el viaje y casi mis modos. Lo invité a que se bajara y así lo hizo”. El acontecer no es muy habitual, pero hay de todo en la viña del Señor, y los taxistas están expuestos a sufrir calamidades como ésta a diario. Por eso, felicito a ambas partes, consistorio y taxistas, por la decisión tomada ante ese día de descanso.