Señoras y señores, visto lo visto y con la que está cayendo…, ahora (y a este adverbio le doy cuerda de más duración) parece confirmado, y ya está bien de chapuzas, que no hay soluciones que valgan, pues el paro nos come a todos cada vez un poquito más y de forma más próxima o directa. Pero a algunos no les importa esta desgracia: se las trae al pairo. Y como ya sólo se trata de sumar males y ruinas, aquí, en las Islas, el tiempo se puso a soplar con todas sus fuerzas y los numerosos ciudadanos que se hallan sin techo no han podido ni guarecerse debajo de un árbol o arbusto, o bien recostados en bancos y a la intemperie. Nuevo paisaje. La cosa se ha puesto tan fea que no se puede ni malvivir. ¡Manda castañuelas! Cuando se acumula tal secuencia de destrozos, no es necesario decir que uno está de malas: se sobreentiende. Hoy, y es otra desgracia, parece que no basta con todo esto. Hay más y, si no, miren el verbo que se debe digerir gracias al ministro del Interior: torpe, muy torpe. Si no fuera así, no se explicaría tal lucimiento gratuito en una charla que se produjo estos días en la Embajada de España ante la Santa Sede, en la misma Roma. Y es que ese señor reaccionario y con poca clase sostiene lo siguiente: “El matrimonio entre personas del mismo sexo [homosexuales] no debe tener la misma protección por los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada”. [Risas, al otro lado...]. Claro que no es un chiste verde, que lo dijo muy en serio, y quizás hasta fuera aplaudido por parte del auditorio, que esto ya no lo sé. Ese señor tan reaccionario, ese metelapata un día sí y otro también, se llama Jorge Fernández Díaz y es del PP. Dice que cree en Dios, que está bien, pero parece que no cree nada en la libertad de las personas (y está muy mal) para decidir sobre sus vidas y prácticas sexuales. Es tan fácil como admitir el fallo del Tribunal Constitucional acerca del matrimonio homosexual, que, por cierto, es el dios supremo de la democracia. ¿Verdad? El Constitucional dice que el matrimonio gay es legal; sí, legal, por mucho que le pese al ministro, muy preocupado por los gais mientras que el resto de españoles padece ataques de pánico porque no hay futuro en esta caca de país. ¡Pequeños matices!