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El Cabildo entrega título de Hijo Ilustre de Isla de Tenerife a Miguel Velázquez

   

Ricardo Melchior entrega al boxeador Miguel Velázquez el título de Hijo Ilustre de la Isla de Tenerife. | EFE

Ricardo Melchior entrega al boxeador Miguel Velázquez el título de Hijo Ilustre de la Isla de Tenerife. | EFE

JUAN S. SÁNCHEZ| Santa Cruz

Miguel Velázquez, el único campeón del mundo que ha dado Canarias y uno de los 14 boxeadores españoles que se han ceñido el cinturón universal, recibió ayer uno de los galardones más importantes de su vida, la condición de Hijo Ilustre de la Isla de Tenerife en una emotiva ceremonia que tuvo lugar en el Cabildo Insular. Velázquez, de 68 años de edad, estuvo acompañado y arropado por familiares y por algunos amigos con los que comenzó a boxear en Taco.

Y es que la historia deportiva del genial púgil tinerfeño comenzó en el popular barrio lagunero cuando apenas alcanzaba la adolescencia. Allí, en el bar Quintana, Miguel se puso los primeros guantes para emular a los grandes fajadores que ya había en el barrio, gente como Juan Albornoz Sombrita, Quintero o Mena. “Una vez me puse los guantes allí en el bar con uno de los gallitos del barrio y lo cogí con una mano y lo estampé contra una columna”.

Esa fue su primera experiencia frente a frente en un cuadrilátero, a partir de ahí llegó el despegue. Velázquez empezó a tomarse en serio el boxeo entrenando en el legendario gimnasio que había en el estadio Heliodoro Rodríguez López donde acudió por primera vez para acompañar a Kid Martín.

Eso fue un martes y el sábado había velada en el cine España, en el corazón de Taco. Allí faltó un boxeador y el organizador de la velada pronunció las palabras mágicas. “¿Miguel quieres boxear?”. La pregunta fue indiscretamente realizada delante del grupo de amigos de Velázquez. “Me obligó a decirle ¿dónde quieres que pelee, aquí o en su barrio?”, recordaba el campeón tinerfeño que se subió a un ring de donde se bajó como ídolo.

Luego llegaron más éxitos. Su talento le convirtió en campeón mundial militar y en olímpico en Tokio, en 1968, donde los jueces le birlaron su combate de primera ronda frente al nipón Takayama Yonekura. “Aún recuerdo su nombre, para que digan que los boxeadores nos quedamos sonados”, recordaba entre risas.

Amable y cariñoso con su gente, Velázquez arrancó su carrera como profesional nada más acabar el servicio militar y lo hizo con un triunfo antes del límite. Así encadenó hasta 33 triunfos seguidos, entre ellos el Campeonato de España del peso ligero y hasta cinco defensas del cinturón. Su fulgurante trayectoria le pone a las puertas del título europeo frente a Pedro Carrasco, “el púgil de moda” de aquellos años. “Aquella pelea la gané yo”, cuenta Velázquez sobre aquel pleito celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid el 14 de junio de 1969.

“Yo le di un repaso a Carrasco, pero el árbitro y el juez único eran amigos del entorno de Carrasco y estaban adiestrados para que yo no ganara”, explicaba Velázquez 40 años después de aquella batalla de la que los dos contendientes salieron de forma bien diferente. “Yo me fui caminando con mi bolsito de deportes y a él se lo llevaron a un hospital y luego a casa de sus amigos para meterlo en una bañera con antinflamatorios”.

Ricardo Melchior, Miguel Velázquez, Cristina Valido y Cristo Pérez durante el acto. | DA

Ricardo Melchior, Miguel Velázquez, Cristina Valido y Cristo Pérez durante el acto. | DA

La gran noche de Velázquez aún estaba por llegar… y llegó. Carrasco renunció a pelear contra el escocés Ken Buchanan y Velázquez sí aceptó el reto de buscar el cinturón continental ante un rival imbatido y peligroso. Tan peligroso era Buchanan que los federativos españoles no querían que Velázquez aceptara aquella pelea. “Yo tenía claro que quería pelear con él y con su padre si hacía falta”, reconocía el tinerfeño. Buchanan nunca había besado la lona… hasta el noveno asalto de aquella pelea. Una potente derecha cuando el escocés venía con su izquierda lo llevó al suelo. Se levantó, pero perdió el combate. Luego fue campeón mundial venciendo a Ismael Laguna y le propusieron defender el título con un español. “No, no, si es Velázquez no”, balbuceó Buchanan que luego perdería su cinturón con Roberto Mano de Piedra Durán.

Velázquez defendió siempre que de las cuatro derrotas de su carrera sólo dos fueron justas, la que sufrió ante Antonio Puddu en Cagliari defendiendo su cinturón continental y con Saensak Muangsuarin con el cinturón mundial WBC en litigio tras ganarle el mundial por descalificación. “Con Puddu yo ya estaba mayor y él en su mejor momento, yo estaba deshidratado, con la tensión baja y él era un chaval”, aseveraba el ilustre deportista tinerfeño hace unos años recordando su carrera.

Sobre Muangsuarin, tras la memorable victoria en el Campeonato del Mundo de los súper ligeros en 1976 ante el tailandés apodado La Sombra del Diablo por la escasa piedad con la que trataba a sus oponentes, tampoco tenía muchas dudas. “Ni era la sombra del diablo ni nada de eso, era un boxeador muy rudimentario, pero era muy fuerte, no sentía los golpes, era una roca y en la revancha el árbitro paró la pelea porque no había historia, yo ya tenía 32 años. Si hubiera tenido la oportunidad de hacer el mundial con 25 o 26 años como cuando le gané a Buchanan, habría sido otra historia”, rememora el Hijo Ilustre de la Isla de Tenerife.

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Ni Clay ni Nápoles… Robinson García

Por delante de Miguel Velázquez desfilaron multitud de grandes boxeadores de una época bastante mejor a la actual. En sus años de boxeador los campeones eran bastante más reconocidos y tenían una grandísima consideración social, pero lejos de fijarse en los grandes púgiles mediáticos de la época, el ex campeón mundial aseguraba que el mejor boxeador que vio nunca “no fue Cassius Clay ni Mantequilla Nápoles ni ninguno de esos”. El cubano José Ángel Robinson García fue el que le encandiló sobre el ring, pero tenía un problema. “Era un paria de la vida, lo sacaban de la cárcel para ir a boxear, siempre estaba borracho pero era muy bueno, el mejor que vi nunca. Había que ver cómo se quitaba los golpes y cómo pegaba, con que precisión y que potencia”. Aún hoy son muchos los españoles que dicen que el mejor boxeador que vieron encima de un cuadrilátero no fue Carrasco, Legrá, Durán o Castillejo, el mejor fue Miguel Velázquez.

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El acto, que se ha desarrollado en el Salón Noble del Cabildo, ha contado con la presencia del presidente insular, Ricardo Melchior, y destacadas figuras del mundo del boxeo como el campeón de España Ibrahim López, así como los presidentes de la Federación Canaria e Insular de Boxeo, José Díaz y Juan Tomás Rodríguez, respectivamente.

Melchior ha destacado la figura de Miguel Velázquez “un hombre que desprende humanidad y que ha llevado con orgullo el nombre de Tenerife por todo el mundo gracias al noble arte del boxeo”.

“Su trayectoria viene marcada por sus muchas cualidades personales, entre las que destacan la humildad y la sencillez. En su vida personal, también ha demostrado ser un campeón como lo atestigua su familia, que hoy lo arropa en este sencillo pero entrañable acto”, declaró el presidente de la corporación insular.

Ricardo Melchior reiteró que Miguel Velázquez “es un gran campeón, un perfecto estratega dentro del ring que también ha demostrado su inteligencia fuera de él, esquivando los golpes de la vida y consolidándose como un mito del deporte tinerfeño tras el paso de los años”.