sin clasificar > Mayte Castro

Corazón partío – Por Por Mayte Castro

Hace unas semanas le prometí a mi amigo Máximo Martín que hoy escribiría este artículo poniéndole el título: Corazón partío. Si piensan que tiene algo que ver con la famosa canción de Alejandro Sanz, no se equivocan.

Conocí al cantautor antes de que fuera una estrella internacional y lo entrevisté, curiosamente, en el Heliodoro. El jefe de prensa del CD Tenerife en aquella época era José Antonio Pérez, melómano empedernido, quien aprovechando una visita de éste a la Isla, se lo llevó al estadio. Alejandro debe de guardar, en su casa, la camiseta del CD Tenerife con su nombre grabado en la espalda. Algún día contaré la entrañable anécdota que viví con él y que me hace sonreír cada vez que la recuerdo.

No soy fanática, ni seguidora a ultranza de ningún equipo de los grandes, ni ahora ni cuando era pequeña. Bueno, fui del Celta de Vigo cuando era una mocosa, porque me daban pena ya que cada cada dos por tres perdían. Como decía mi padre: “Tú siempre al lado de los modestos”. Eso se me pasó cuando escuché, años después, gritar a todo Balaídos “a Segunda, a Segunda” dirigido al Tenerife. Desde entonces se acabaron las simpatías.

Confieso que soy amiga de mis amigos y que si alguno de ellos defiende unos colores me mimetizo y quiero que le vaya bien. Podrían tacharme de chaquetera emocional. Mi último dilema aconteció el pasado martes, en la semifinal del Champions League: Jupp Heynckes vs Pedrito. No digo Bayern Múnich vs FC Barcelona. ¡Mi amigo contra mi amigo! Jupp, por motivos personales, ha sido una persona muy importante en mi vida. Tenemos una fecha especial en la que siempre suena el teléfono y oigo su voz al otro lado. Los años pasan pero el cariño sigue intacto. Heynckes es un grandísimo entrenador, muy profesional, que está en la etapa final de su carrera y al que no todo el mundo ha sabido valorar en su justa medida.

Y por otra parte, está mi querido Pedrito. Con él hablo de manera más fluida y, aunque la relación es más reciente, mi afecto se acrecienta a medida que nos conocemos. Pedro se ha convertido en un estandarte futbolístico de esta tierra y pasea su condición de tinerfeño con orgullo. Lo vi, en Wembley, hace dos años, marcar y levantar la Copa de Europa, y repetir esa actuación acrecentaría su historia meteórica y ganaría caché ante los que lo siguen viendo como un actor secundario en su megaclub.

Menos mal que ganar o perder no depende de mi, porque es difícil definir si eres de mamá o de papá. No sé que sucederá cuando, el miércoles, se dispute la vuelta de esta eliminatoria, pero lo que si tengo claro es que me aprovisionaré bien ya que necesitaré tiritas para este corazón partío.