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El infinito camino interior

   

Budismo Adeje

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NICOLÁS DORTA | Adeje

La filosofía budista está cada vez más extendida entre la cultura occidental, atrapada muchas veces en una idea de éxito deshumanizada, que olvida mirar hacia el interior, en una sociedad donde los valores morales se tambalean a diario. El altruismo, la compasión, la confianza verdadera, el respeto y la consideración por los demás como valores morales sostienen al budismo, esta religión e igualmente teoría del conocimiento, y sirven de soporte a muchas personas para buscar una vía alternativa a otras creencias convencionales, agnosticismos o ateísmos, e igualmente para afrontar la vida cotidiana con una perspectiva diferente, donde lo espiritual, y lo que hacemos con ello, es lo que cuenta.

El sur de Tenerife ya tiene un centro budista, se llama Ghe pel ling, Centro de Estudios de Budismo Tibetano, y se ubica en plena zona turística, a la entrada de Torviscas, en Costa Adeje. Es un acogedor local donde reina el silencio la mayoría el tiempo. Un silencio que ayuda a la meditación para las personas que acuden diariamente a recibir enseñanzas y prácticas.

Allí reciben también clases de filosofía budista de la mano de Pietri Panceri, practicante desde hace más de veinte años, y que sigue la escuela de Khenrab Rinpoche, el Lama o maestro tibetano nacido en el exilio, reencarnado en 14 vidas. El centro se abrió el pasado año con la esperada visita de Rinpoche y actualmente, gracias al trabajo de los socios, casi un centenar, ya es un centro consolidado, aunque busca un lama que se quede definitivamente en esta tierra. El local era una antigua casa de venta de pisos que pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Adeje, que ha donado este espacio para que los interesados puedan desarrollar su actividad.

Las alfombras acondicionan el suelo donde se practica la meditación a varios niveles, se escuchan las enseñanzas y leen el Lam Rim, clave del budismo. Al fondo se halla la fotografía de Rinpoche y la del Dalai Lama, pues este centro es escuela Ghelupa, la oficial del Dalai a través de Rinpoche.

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Gloria Cabello, presidenta de Ghe pel ling, cuenta a DIARIO DE AVISOS que el centro surgió con la necesidad que tenían muchos vecinos el sur de la Isla de aprender budismo. Anteriormente el Ayuntamiento cedía un espacio en el centro cultural y Rinpoche venía desde Italia. Pero se trataba de visitas esporádicas que se completaban con otras cortas convivencias en Italia u otros países. Era necesario crear un espacio común propio. “Poco a poco fuimos arreglando esta casa hasta ahora”, cuenta Gloria. El objetivo, comenta, es conseguir un Lama residente, que se quede fijo en el centro, que viva allí. “Estamos barajando esa posibilidad”, explica la presidenta de Ghe pel ling.

Acudir es gratis, como las clases de meditación y las enseñanzas. Si bien el usuario puede aportar la cantidad que quiera por estar en este centro. Actualmente hay una media de veinte personas que acuden a los cursos: filosofía budista, meditación shiné (purificación). También se imparten clases de yoga y de chi-kung (una variación del taichi). “Nosotros pretendemos ser de utilidad a la gente, que este centro sea un refugio donde venir a meditar y una casa donde aprender las enseñanza del Buda”, explica Gloria Cabello.

Pietro Panceri, su hija Silvia y Alexandro Prati forman parte la familia budista en el Sur. “El budismo se puede aceptar como religión pero también como filosofía de vida, donde se aprende una serie de lecciones que tienen que ver con la moralidad, con cómo actuar, e igualmente con la meditación”, explica Pietro Panceri. Una grave enfermedad le cambió su vida, y encontró en el budismo un camino.

Alexandro Prati estuvo cuatro años recluido en un centro budista. Una experiencia que lejos de limitarle le ha servido como fuente de iluminación.

En el centro también hay libros sobre el Dalai Lama y pequeños objetos tibetanos que se venden, como cacerolas de metal que emiten un sonido vibratorio, como un mantra.

El centro está abierto a todo el mundo que esté interesado en conocer el camino interior del budismo, un camino infinito, como las eternas vidas de los lamas que ayudan a calmar la mente.