REGLA 18 >

La soledad, la mejor amiga del árbitro – Por M. A. Pérez Lima

En la temporada 85/86 me embarqué en esta aventura, ser árbitro de fútbol. Con frecuencia, desde un principio, me preguntan: ¿Cómo alguien se puede hacer árbitro de fútbol? Todo el mundo quiere ser Cristiano Ronaldo, Messi, Puyol, Casillas, etc. ¿Pero árbitro? Y no les falta razón: recibes golpes por todas partes, tanto metafórica como literalmente y cuando las cosas salen bien, parece que es tu obligación o pasaste desapercibido, es decir, nadie valora el trabajo que has realizado.

Cuando saltas por primera vez a un terreno de juego, sin saber colocarte bien las botas, ves raro el subirte las medias hasta las rodillas y ponerte la camisa por dentro. En ese momento, se te acerca una amiga que te va a acompañar siempre y con los años te darás cuenta que sólo puedes confiar en ella, la soledad. Cuando empieza la ‘música de fondo’, que va acompañada de silbidos e insultos, en más de una ocasión se te pasa por la cabeza salir corriendo o echarte las manos a la cabeza, perderte por unos minutos en tu mundo. Entonces ahí está ella, a tu lado, no te abandona jamás, la soledad siempre está ahí.

La experiencia que te va dando dirigir encuentros de fútbol es la que te hace ver que la ‘música de fondo’ es parte de este espectáculo-deporte-negocio en que se ha convertido hoy en día el fútbol. Todos bailamos al ritmo de la música que marca la federación o dicho de otra forma, los clubes, los directivos, aficionados, jugadores, árbitros… Todos ven el arbitraje como un mal necesario, y si queremos que el fútbol respete a este deporte, se tiene que valorar más el trabajo que desempeñan los árbitros todos los fines de semana y cambiar de mentalidad para convertirlo en un bien necesario.

Empecemos juntos a buscar soluciones a los problemas del arbitraje, olvidándonos de utilizarlo para tapar todos los huecos o malas gestiones del fútbol.

Es la parte del fútbol menos agradecida. Son raras las felicitaciones, siempre se acercan a ti con otra intención, buscan algo a cambio, recordarte un mal día, decirte que el compañero de la semana pasada perjudicó a su equipo o que prefieren a este o aquel árbitro. Eso sí, con mucha elegancia y de forma subliminal. Y si pierden algún partido a causa de un error tuyo… ¡Tranquilo! Ese equipo te lo va a recordar mientras te vistas de corto, aunque llegues a la categoría máxima o pites una final de un mundial, da igual, cada vez que tengas que imponer justicia a dicho equipo, o a cualquier conjunto de su cadena de filiales, tranquilo que sacarán el choque en el que desgraciadamente te equivocaste en su contra, aunque les hayas arbitrado 1.000 veces después de ese día y hayan ganado, sólo recordarán aquel en que los perjudicaste. Y si vas a dar una conferencia a ese municipio siempre hay alguien que preguntará que te pasó aquel día que no pistaste aquella jugada y su equipo perdió.

Cuando los compañeros están a tu lado y los directivos del comité confían en ti, llevarás como la “seda” las protestas y dificultades que suelen surgir en los partidos. Pero ante las inclemencias te quedas solo. Ante una agresión, los aficionados, jugadores, directivos, medios de comunicación, federativos y compañeros, sólo estarán presentes para la foto y castigar públicamente los hechos. Cuando las luces se apagan, empezará el ‘run run’ de los pasillos, por detrás, lejos de tus sensibles oídos, a escondidas como si fuese un secreto: “Eso le pasó porque es muy chulo. Se lo tenía merecido. Es que es muy malo. No estaba preparado para aguantar la presión”, o cosas similares. Siempre buscan algo para dejarte mal en el colectivo. Nunca piensas que eso te pueda ocurrir a ti, “eso le pasa a otros, a mí no me va a pasar porque tengo el apoyo de mi comité”.

Pero cuando el problema es tuyo todo cambia, los primeros días te llama algún directivo o el presidente para preocuparse cómo estás, pero según cuelga el teléfono se frota las manos y dice: “Ya cumplí con mi obligación”. Con el paso de los días los compañeros dejan de llamar, los directivos que tanto te querían, ya no están a tu lado, y como los llames muchas veces, no te van a coger el teléfono, pero ahí estará tu compañera, la soledad.

Cuanto antes empieces a ser fuerte y a confiar en tu amiga la soledad, antes te irá mejor en este difícil y complicado mundo del arbitraje.

Un árbitro no debe derrumbarse ante las adversidades

Ante las dificultades no llores ni te lamentes, levántate pronto y mira al frente, eres árbitro, tienes que recuperarte lo antes posible, hay que estar siempre preparado mentalmente, si muestras síntomas de debilidad, comenzarán los comentarios del tipo, “no está preparado para esto, es muy débil”. Ante los insultos y los golpes cabeza alta y mirada al frente, con ganas de volver a dirigir un encuentro lo antes posible, los indicios de debilidad sólo en casa. Tienes que saber “navegar por estos mares”, con un poco de psicología y picardía, tanto dentro como fuera del campo.

Hay demasiada competencia y no te puedes fiar de nadie, y mucho menos de los directivos del comité, que buscan en ti debilidades con la intención de tener la oportunidad de cebarse con tu desgracia, al igual de contentar a otras delegaciones poniendo como excusa que estás mal, ya que tú mismo se lo dijiste.

Gracias por estar siempre ahí, mi inseparable, consejera e inconfidente, mi amiga: “La soledad”.

*EX ÁRBITRO DE PRIMERA DIVISIÓN