Los hechos sucedieron el pasado sábado por la noche en Urgencias del centro de Ofra. / DA
JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Como todos los niños de su edad, cuatro años, Naroa es un poco revoltosa. El pasado sábado por la tarde, mientras veía una película junto a su madre, decidió que las cotufas no sólo eran para comer. Así, en un descuido de su progenitora se introdujo varios granos de millo en los oídos, lo que le provocó un intenso dolor que le hizo confesar la peligrosa trastada.
Tras acudir inmediatamente a varios centros de salud del Sur (San Isidro, El Mojón y Hospiten), donde reside la familia, en el último de ellos la derivaron hasta el Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria (HUNSC), a donde llegó hacia de las diez de la noche. “Tras examinarla en Urgencias, nos dijeron que el aparato (un aspirador otológico) que tienen para poder extraer los millos se encontraba en Consultas Externas y no disponían de las llaves para acceder a la zona”, expone a este periódico Víctor, el padre de la menor afectada.
De hecho, en el propio informe médico elaborado por el pediatra de guardia, se instó a la familia a que regresara el lunes por la mañana para realizar la extracción, ya que hasta entonces no se podría usar el citado aspirador. “En uno de los centros de salud al que fuimos le lavaron el oído con agua templada y suero fisiológico, pero no pudieron extraer los millos, y además nos dijeron que se corría el riesgo de que se perforase el tímpano porque al hidratarse la semilla podía aumentar su volumen”, recalcó Víctor, que junto a su mujer decidió llevar esa misma noche a su hija hasta las Urgencias del Hospital Universitario de Canarias (HUC). “Allí sí tenían el aparato, pero como la niña estaba muy nerviosa y se movía mucho, nos dijeron que regresáramos al día siguiente para meterla en el quirófano y realizar la extracción con anestesia”, recalca Víctor, que tuvo que volver a casa con su hija y recorrer con ella de nuevo los más de 50 kilómetros que separan San Miguel de Abona de La Laguna. “La niña no pudo dormir nada en toda la noche, porque tenía mucho dolor en el oído izquierdo y también sangró un poco, lo que nos asustó”, subraya el padre de la niña, a la que por fin le quitaron los millos el domingo por la mañana. Ahora, y a pesar de que Naroa se encuentra bien, tendrá que pasar revisión esta misma semana en el HUC, donde valorarán si presenta infección o algún tipo de secuela. Sus padres, mientras tanto, han presentado una reclamación en el propio Hospital de la Candelaria (a la izquierda, una copia), y también consultarán con un abogado si acuden a los tribunales ordinarios, ya que entienden que la omisión del socorro pudo tener graves consecuencias para su hija.
Denuncia presentada por el padre de la menor. | DA
“En este caso, esperamos que todo se quede en una anécdota, pero nos parece muy grave que puedan ocurrir cosas así en un hospital de referencia”, denota Víctor, al que nadie en el centro ha dado todavía una explicación acerca del por qué no se pudo atender a Naroa.
Desde el HUNSC señalaron ayer a este periódico que efectivamente se ha registrado una reclamación sobre el caso consultado y “desde Atención al Usuario ya se ha remitido la reclamación a los servicios correspondientes para analizar lo sucedido”.
No obstante, las mismas fuentes comentaron que “el Servicio de Urgencias cuenta con especialistas de guardia para atender aquellos casos que se puedan presentar, y si éstos requirieran de aparataje o instrumental para la asistencia del paciente que no se encontrase en este servicio, sino en Consultas Externas, por ejemplo, el personal de Seguridad y Orden Interno dispone de llave para acceder a cualquier dependencia del centro hospitalario”, comentan.