La ciudadana china Kai Xu y su marido, ambos en libertad condicional, no se han presentado ante el juez Fernando Andreu, como era preceptivo, y si te he visto no me acuerdo.
La pareja pertenece a la trama de la Operación Emperador, la gigantesca y compleja estafa urdida por su compatriota Gao Ping, quien también hubo de salir de la cárcel hace unos meses por agotarse el plazo de prisión preventiva.
Esta huida por pies de la justicia española es mucho más frecuente de lo que parece a simple vista. A veces se debe a una corrupción judicial, como el ya lejano caso del mafioso italiano Antonio Bardellino, con asesinatos a sus espaldas, quien desapareció tras ser puesto en libertad condicional en 1984 por el juez Jaime RodrÃguez Hermida, tras un modesto depósito de cinco millones de pesetas. En ese y otros casos, la propia judicatura protege luego a sus miembros implicados, ya sean corruptos o no, por lo que la impunidad suele ser el resultado último de semejantes tejemanejes.
A veces, la excarcelación se debe a motivos tan tontos como el informe de una presunta depresión suicida del acusado, merced a la cual el narcotraficante Carlos Ruiz, el Negro también se esfumó de la superficie de la tierra en 2001, a pesar de que el fiscal pedÃa para él 60 años de cárcel.
Normalmente, los beneficiarios de la lentitud, la pereza, el garantismo o la incuria de nuestro sistema judicial ponen los pies en polvorosa por si acaso son reclamados de nuevo por la justicia. Pero hay quienes, una vez excarcelados, como el terrorista Allekema Lamari en 2002, aprovechan su libertad para delinquir dos años después.
Y es que, para dar facilidades al delincuente, está visto que nadie mejor que nosotros.