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Las letras canarias – Por Isidoro Sánchez

   

Cuando vivía en La Orotava a mitad del siglo XX tuve la suerte de saludar cada día al padre Teide, al abrir la ventana de la habitación. También de disfrutar con la iglesia de la Concepción, ya que el reloj me servía de referencia para marcar el horario en el Colegio de San Isidro. Igualmente cuando me asomaba al norte veía el mar Atlántico y la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo, por entonces ciudadela, que siempre me recuerda a dos canarios singulares del siglo XVIII: Viera y Clavijo y Agustín de Betancourt.

Ahora que se cumplen 200 años del fallecimiento del ínclito historiador, naturalista y sacerdote canario, don José Viera y Clavijo, nacido en Realejo Bajo según las crónicas geográficas del barranco de Godínez, vuelvo a evocar las Letras Canarias. Y acudo para refrescarme a las páginas del DIARIO DE AVISOS para encontrar endorfinas culturales; a dos artículos interesantes de personajes sensibilizados con la literatura: Eduardo García Rojas y Daniel María. Ambos nos recuerdan que en Canarias también se escribe. El primero relata las obras de dos autores literarios con los que tengo cierta amistad, Juan Cruz Ruiz y Jorge Rodríguez Padrón, quienes disfrutan, por razones diversas, cada vez que vienen al Puerto de la Cruz. De igual manera cita a Pablo Martín Carbajal y su obra intimista, así como a Juan R. Tramunt, relator del conflicto permanente del Sahara.

Por su parte Daniel María cuenta la situación de la literatura canaria y encasilla su trabajo en las últimas décadas del siglo XX, entre las primeras elecciones generales postfranquistas de 1977 y la concesión del Premio Cervantes a nuestra admirada Dulce María Loynaz, en 1992. Cita a los jóvenes valores canarios que conforman esta generación singular y les coloca como características más significativas el ser una comunidad de escritores muy polifacética, que demuestran un conocimiento responsable de la tradición literaria de las islas y se sienten parte de una literatura total con ánimo renovado. La denomina Lo Imprevisto, siguiendo el nombre del poemario que escribiera en la cárcel de la intolerancia el joven poeta Domingo López Torres, amigo íntimo del ínclito escritor y pintor Juan Ismael. La lista la encabeza el amigo Samir Delgado quien, a pesar de no avisarme de la visita de una amiga común, Aitana, la hija de Rafael Alberti, sí me ayudó a conocer una pléyade de escritores canarios cuando nos acercamos a La Restinga el 29 de febrero de 2012, para vivir una experiencia volcánica única: Los poetas con El Hierro. Asimismo me acompañó a visitar el Museo del Poeta Domingo Rivero en Las Palmas de Gran Canaria, donde pronto recordaremos a Viera y Clavijo y a Telesforo Bravo, cuando presentemos el nuevo libro Canarias, desde el mar hasta el cielo.