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Más estafas – Por Alfonso González Jerez

   

Tiene cierta lógica perversa que la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Santa Cruz de Tenerife se haya mostrado favorable a incluir las llamadas “medicinas alternativas” en el sistema sanitario público. Porque la Cámara de Comercio, como cabía esperar, apoya firmemente cualquier ahorro de costes en la administración pública. No entiendo cómo el Ministerio de Sanidad no ha trufado sus consejos asesores de homeópatas, acupuntores y adeptos al naturismo y a las finas hierbas. ¿Ha sufrido usted un traumatismo craneoencefálico? Le trinchamos las orejas con media docena de agujas y no sufrirá jamás una maldita migraña. ¿Padece un trastorno gastrointestinal? Tres gotitas diarias de mercurius corrosivus durante quince días y se olvidará de las diarreas sanguinolentas. ¿Es asmático? Inhale usted hierbahuerto durante un mes y podrá correr una maratón después del verano. Todos las sabidurías y milagros de la farmacopea de Harry Potter a su disposición, aunque pagando el cliente, por supuesto, en un acto de caridad hacia las depauperadas arcas del Estado. Combatir un cólico estomacal con un fisco de magnesia phosphorica diluida en cientos de litros de agua no solo es eficaz: también supone un hermoso compromiso moral del ciudadano para alcanzar los criterios del déficit público impuesto por Bruselas.

Los homeópatas, acupuntores y naturistas, desde varias de sus muy activas organizaciones, están demandando, justamente ahora, que sus mejunjes y paparruchadas sean incluidas en la sanidad pública y disfruten de la misma consideración científica y administrativa que la oftalmología, la obstetricia o la oncología. Aseguran que su actitud está dictada por una honda preocupación por la situación económica de la medicina pública y por la creciente demanda social. Y no es enteramente falso, aunque sea inexacto. Lo que pretenden es, ciertamente, aprovecharse inescrupulosamente de la agónica situación financiera del sistema público de sanidad -y aun de la furibunda voluntad de recorte de los presupuestos por los gestores públicos- y de la angustia de innumerables ciudadanos que no pueden hacer frente, en demasiadas ocasiones, de unos tratamientos médicos y farmacológicos cada día más inalcanzables para sus esquilmados bolsillos. Que la pobreza y el desempleo te lleven a la homeopatía no es, precisamente, un motivo de celebración, sino una señal de que la estafa social puede alcanzar niveles de perfección artística.