Hace pocas semanas, en la denominada Convención Nacional de Coalición Canaria, el presidente del Gobierno canario aseguró que su fuerza política intentará sumar una mayoría social que diga “basta a España” y exija una reforma constitucional que “garantice las singularidades del Archipiélago” y permita una “menor dependencia exterior de las Islas”. Aunque reconoció que esa mayoría social está “demasiado atomizada” y “no es colectiva”, si bien cada vez más la población “se da cuenta” del “abandono sistemático del Gobierno de España”. Reclamó que Canarias, además de tener un “trato justo” legislativo y económico, disponga de herramientas competenciales para “no depender” de las decisiones del Gobierno español. “Yo no me estaría quejando si tuviera los instrumentos, las herramientas para generar actividad económica en Canarias”, manifestó, para después quejarse de que en la Constitución española no haya “nada” que reconozca los aspectos diferenciales de las islas.
Por supuesto, en el contexto de toda esta huera palabrería para consumo de seguidores y simpatizantes, no concretó en ningún momento el contenido y alcance de la reforma constitucional que pretende. Porque es rigurosamente falso que en la Constitución española no haya “nada” que reconozca los aspectos diferenciales de las Islas. Se “olvida” el presidente, por ejemplo, de la Disposición Adicional tercera: “La modificación del Régimen Económico y Fiscal del Archipiélago Canario requerirá informe previo de la Comunidad Autónoma”, que constitucionaliza y garantiza el REF. Lo constitucionaliza porque el artículo 139.2 dispone que: “Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libre circulación de bienes en todo el territorio español”, lo que significa que, sin esa Disposición Adicional, el REF sería inconstitucional. Y lo garantiza porque reconoce su existencia y exige para su modificación informe previo de la Comunidad Autónoma.
Se “olvida” también el presidente del principio de solidaridad y del reconocimiento del hecho insular que recoge el artículo 138.1: “El Estado garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad, consagrado en el artículo 2 de la Constitución, velando por el establecimiento de un equilibrio económico, adecuado y justo, entre las diversas partes del territorio español, y atendiendo, en particular, a las circunstancias del hecho insular”. Principio de solidaridad que reitera el artículo 156.1. Y se “olvida” el presidente de que el artículo 141.4 constitucionaliza a los Cabildos Insulares como Administración propia y excepción isleña al régimen general de la Administración Local española.
Pero, más allá de todas estas ignorancias y olvidos interesados, se impone destacar la absoluta incoherencia del mensaje presidencial. ¿Qué sentido tiene proclamar un “basta a España” para, a continuación, exigir una reforma de la Constitución española y un “trato justo” legislativo y económico? ¿En qué quedamos? ¿El presidente está hablando vergonzantemente de la independencia de Canarias? ¿Cuando proclama que el futuro de las Islas “no puede depender del Gobierno de Madrid y de su generosidad” y afirma que “España necesita más a Canarias de lo que Canarias necesita a España” se está refiriendo a la independencia? Porque, al final, lo que queda es la demagogia y el populismo de siempre, el pretender que el Gobierno canario pasaba por aquí y no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo en el Archipiélago, y que la culpa de todo la tiene Madrid, que es muy malo y odia a Canarias y los canarios. Todo un manual resumido de nacionalismo y de ideología política nacionalista: la teoría de la eterna conspiración anti Canarias de los perversos poderes estatales. En efecto. El núcleo irreductible de la ideología nacionalista es la imposibilidad de definirse como no sea por la vía de la negación y del miedo al otro. El nacionalismo es una ideología especular, una ideología de espejo, que para existir precisa un enemigo exterior en el que mirarse y al que combatir. Al mismo tiempo, el nacionalismo se asienta en una sinécdoque política que toma la parte por el todo. De modo que su razón de ser es afirmarse no en cuanto una ideología más entre otras, sino como la única ideología que representa a todo su pueblo y defiende sus auténticos intereses contra sus enemigos. Un partido nacionalista sin enemigo exterior al que combatir, un partido nacionalista que reconociera que el supuesto maltrato exterior simplemente no existe, que es un partido más entre otros y que los intereses que defiende son intereses partidistas igual que los de cualquier otro partido, estaría abocado a la desaparición.
El complejo de Edipo es el concepto fundamental del psicoanálisis de Sigmund Freud, quien se inspiró para su denominación en el mito de Edipo, tal como lo expone Sófocles en su tragedia Edipo Rey. Supone el deseo inconsciente de eliminar o matar al padre. El padre de Coalición Canaria es el Estado, es Madrid, y siente un deseo inconsciente de matarlo. Pero sabe que si lo mata se está matando a sí misma. Mientras tanto, nos cuenta que quiere hacerlo, y amaga con la penúltima pirueta de demagogia y de populismo.