JUAN S. SÁNCHEZ | Madrid
Pablo Navascués, excampeón de España del peso medio y entrenador. / DA
Pablo Navascués es un libro abierto del boxeo y de la vida. El excampeón madrileño mantiene su estatus en el pugilismo pese a haber colgado los guantes hace dos años. El Huracán mantiene viva una leyenda a la que sólo le faltó la culminación.
-¿Qué le ha aportado el boxeo a su trayectoria personal?
“El boxeo es como la vida misma, es una experiencia más. A veces me siento un poco triste porque he tenido un poco de mala suerte y porque me fui con el sabor de boca de no haber podido tocar el cielo, pero me llevo el cariño de la gente, sobre todo de la gente del día a día, de mis alumnos y de mi gente que son los que me mantienen ahí”.
-Está claro que le faltó el paso final para alcanzar un premio merecido, un cinturón grande…
“Sí, sin duda. No tuve suerte, lo acaricié pero no llegó. Primero di doping por una gilipollez, luego me partí una mano cuando iba a ir a pelear a México con el hijo de Chávez y estaba esa pelea cerrada, después cuando me recuperé de la mano acepté la pelea con Gregor Proksa, que venía invicto e hizo el mundial con Golovkin, y ahí se me fue el tren. Luego ya llevo muchos años de preparador, formando gente y ha sido una lucha continua con todos los problemas que hubo hasta que lograron que se cerrara el gimnasio (Barceló) y entonces hemos emprendido todos un nuevo camino por separado, pero lo que me hace estar aquí son mis alumnos. He estado a punto de dejar todo y sigo por ellos, y por mis amigos y la gente que me quiere. Tengo una empresa de servicios y me va bien, y he estado a punto de apartar el boxeo de mi vida. ¿Por qué? Pues porque me daba dolor. El sentimiento era de dolor y llegó un momento en el que quería apartar el dolor de mí y pensé en cerrar etapa y dejar el boxeo como algo del pasado, pero la gente que me quiere no me ha permitido hacerlo…”
-¿Tiene la sensación de haberle dado más al boxeo de lo que el boxeo le ha podido devolver a usted?
“Totalmente. No he llegado a culminar, pero ahora mismo a mí me mantiene aquí la gente. Ver a los chicos las ganas que tienen y cada vez la gente me sigue más y me quiere más. Ahora mismo en plena crisis voy a coger un gimnasio, a hacer una inversión y lo voy a hacer por la gente. El día que se pierda esa ilusión me iré. Y si me va bien, estupendo, pero si me va mal borraré el boxeo de mi vida”.
-Sí es cierto que no hay ningún cinturón que pueda recompensar el aprecio y el respeto que la gente siente por Pablo Navascués, el Huracán, el hombre valiente, el que siempre va de frente…
“Siempre he ido de frente. La mentira no me gusta. La verdad duele en el momento, luego lo asimilas. La verdad siempre duele pero es momentáneo. Entonces te dices, mira, el hijoputa este me ha dicho la verdad, el cabrón, pero a la larga te hace mejorar. La mentira siempre duele, siempre está ahí. La mentira no la borra nada y el boxeador cuando sube al ring no encuentra mentiras. El boxeador es lo mejor del boxeo. Luego hay diferentes facetas como la de preparador que es gratificante. Yo bebo los vientos por mi gente, siempre quiero ganar por ellos, yo disfruto de sus victorias, pero todo lo demás del boxeo… Prefiero ahorrarme comentarios porque hay mucha política…”.
-Y más en España donde hay demasiados intereses…
“Y donde todos van a quién pilla más”.
-Hay demasiada división y cuesta mucho que todo el boxeo reme hacia la misma dirección…
“Yo pierdo dinero con el boxeo, la única satisfacción es mi gente. He estado a punto de dejar el boxeo muchas veces, primero como deportista y luego como preparador, pero siempre hay que encontrar nuevas motivaciones. Ahora esa motivación son los chicos que vienen nuevos, los buenos resultados que estamos teniendo, el proyecto nuevo de la escuela que voy a montar y la gente que te vas encontrando y vas conociendo como los de Tenerife, que me trataron muy bien. Allá donde voy siempre me tratan muy bien”.
-En la Isla encontró algo más que el aprecio de la gente. ¿Qué le pareció el nivel del boxeo?
“En Tenerife siempre ha habido grandísimos campeones, pero no es novedad. En los campeonatos de España siempre se han visto muy buenos boxeadores, gente jodida y difícil, hemos tenido siempre grandes rivales en los tinerfeños y se han visto grandísimos combates”.
-Pero eso es patrimonio de Pablo Navascués y es un premio por haber tenido ese carisma y haber sido una persona muy cercana…
“Sin duda, y por eso la gente todavía me dice que si voy a volver a pelear. No es fácil meter once mil personas en la Cubierta de Leganés o cinco mil personas en el Raimundo Saporta. Mira que es difícil llevar tanta gente a los pabellones y que ahora en España con la cantidad y la calidad de boxeadores que hay, que no haya ninguno sea capaz de tener ese carisma es un poco jodido pero llegará. Yo intento transmitirle a mis alumnos el cachondeo, la diversión en todo lo que se hace dentro de un deporte que tiene muchísimo de sufrimiento, aunque cuanto más viejo me hago más pienso en que creer mucho en la gente a veces es un gran error. Yo creo en los míos”.
-Poli Díaz advirtió hace muchos años de que los golpes más duros de su carrera se los había dado la vida. ¿Qué ha golpeado con más fuerza a Pablo Navascués, la vida o el boxeo?
“Poli tenía mucha razón aunque es verdad que el boxeo te ayuda mucho en la vida. En la vida encajas, es algo muy similar. El boxeo es vida, se vive duro, pero es así. Se reciben golpes pero acaba el combate y somos amigos. En la vida la gente que pierde te guarda rencor, en el boxeo eso no ocurre”.
-¿Cuantas veces le han noqueado en la vida?
“Muchas veces, pero aquí sigo, estoy en pie. Me volverán a sentar de culo pero me volveré a levantar. Ya estoy filtrado, cuando me rozan un poco me voy al suelo, espero que no me tiren más manos. Tampoco me puedo quejar”.