X
da2 > cámbiaT

¿Qué necesitas?

   

“El verdadero progreso social no consiste
en aumentar las necesidades, sino en
reducirlas voluntariamente; pero para eso hace falta ser humildes”

Mahatma Gandhi

LEOCADIO MARTÍN | Santa Cruz de Tenerife

Vivimos en un mundo lleno de opciones. De hecho, esto lo vivimos como algo bueno. Cuanto más tengamos para elegir, mejor. Seremos más libres. ¿Seguro?

El libro La Paradoja de la elección expone la curiosa situación que se genera a partir de un exceso de oferta. En principio, es bueno tener diferentes alternativas a la hora de tomar una decisión de consumo; siguiendo esta lógica, debería ser aún mejor disponer de muchas alternativas, ¿correcto? Pues no. Es aquí donde surge la denominada paradoja de la elección: cuantas más opciones tenemos a nuestra disposición, menos disfrutamos el acto de consumir. Podemos incluso llegar a una situación de parálisis: son tantas las opciones a nuestro alcance que nos saturamos y optamos por no consumir nada en absoluto. Afortunado (y raro) es el consumidor que puede sentirse saciado.

Mucho es poco, poco es mucho

Pongamos el ejemplo de comprar una chocolatina en un supermercado. En el expositor correspondiente podemos encontrar no menos de 50 tipos: con o sin grasas, con o sin azúcar, con o sin complementos vitamínicos, con todo tipo de añadidos…
Ante tan apabullante oferta, nuestra capacidad de discernimiento se bloquea y renunciamos a comprar nada. Y esta situación se repite en multitud de ocasiones: al leer la carta de un restaurante, en las tiendas de ropa o de discos, al comprar una revista en un kiosco, en una librería.

¿Y qué hacer ante esta situación?

Barry Schwartz, el autor del libro antes citado, explica cómo la paradoja de la elección afecta a la experiencia del consumidor. Según Schwartz, cuantas más opciones tenemos a nuestro alcance, más esfuerzos dedicamos al proceso de elección y menos a disfrutar.

Lo terrible y preocupante es que en las sociedades industriales, esta situación de superabundancia se da en prácticamente cualquier sector de consumo, por lo que el descontento se convierte en crónico. Schwartz enumera cuatro recomendaciones a seguir para evitar caer en la paradoja de la elección:

1) Asumamos que “lo que está bien, está bien”; o dicho de otro modo: lo mejor es enemigo de lo bueno. Generalmente no vale la pena, en términos de energía y tiempo, buscar la opción óptima, porque eso significa que tenemos que evaluar todas las opciones, lo cual se puede convertir en un proceso frustrante y agotador. Es suficiente si nos conformamos con una opción que se ajuste más o menos a nuestras expectativas: nuestra vida será más sencilla y gratificante.

2) Aprendamos cuándo hay que delegar una decisión: a veces es más fácil renunciar y dejarse guiar por la opinión de un experto, un familiar o un amigo que emplear en balde nuestros recursos.

3) Comparémonos menos con los demás. El hábito de mirar al vecino suele causar deseos de poseer más debido a razones de prestigio social, avaricia, afán de poseer. Al tomar una decisión, debemos prestar atención a los aspectos positivos, en lugar de fijarnos en los negativos: solo así nos conformaremos con nuestra elección.

4) Limitemos el número de opciones. Si vamos a comprar, por ejemplo, una cámara digital, busquemos solo en un par de tiendas, en lugar de buscar exhaustivamente en una docena.

Siguiendo estos consejos, con el tiempo aprenderemos a superar el remordimiento o la sensación de duda (“tal vez podría haber encontrado algo mejor si hubiera mirado un poco más”) y conformarnos con la opción elegida cada vez que debamos tomar una decisión de consumo, olvidándonos de lamentar los beneficios que habríamos obtenido de alguna de las opciones descartadas.

De acuerdo, parece una invitación a iniciarse en la filosofía zen, pero reconozcamos la verdad: ¿no seríamos más felices si ansiáramos poseer menos cosas? 

LEOCADIO MARTÍN es PSICÓLOGO
leocadiomartin.com
fb.com/leocadiomartincambiate
@LeocadioMartin