Si nadie amarra en corto a los del PP, terminarán implantando la segunda comunión para todos los arrepentidos de la primera. Ya están estudiando que sea de carácter obligatorio para quienes por las razones que fueran no la hicieron a su edad correspondiente. Igualmente, estudian subvencionar el traje tÃpico de la comunión y algunas botellas de ClÃper para bajar los montaditos de mortadela. En el caso de los catalanes, la segunda comunión conlleva, a su vez, la firma de un documento por el que renuncian a sus aspiraciones separatistas si no se confirman en la fe católica. Y es que los curas están hinchados y henchidos, vamos, tan requintados que su gozo no cabe en un pozo. No en vano repartieron el manual del activista religioso militante denominado: Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe, dirigido a padres, sacerdotes, catequistas y profesores de Religión. Ahà se exponen las directrices que deben seguirse por parte de los afectos al partido religioso. No he tenido acceso aún, pero creo que promocionarán medidas tales como besarle la mano al cura si lo vemos pasear por la calle, pedirle la bendición a los mayores, y cosas similares. Más adelante, si logran el consenso de otros grupos, estudiarán rezar el rosario, como manda la tradición.
En lo que no están de acuerdo los curas con sus homólogos iranÃes es en expulsar a los guapos del paÃs. Los niños guapos tienen su aquello, y se venden más caros en el mercado tripartito (hospitales, iglesias y conventos). Y ellos no pueden despreciar una alegrÃa para la vista de vez en cuando.
Por su parte, a Rubalcaba no se le cae la cara de vergüenza cuando dice que si llega al poder anulará los acuerdos con la Santa Sede. A lo mejor espera que le creamos y todo. Por su culpa, por no hacer lo que tenÃa que hacer cuando ostentaba cargo y representación, estamos arrastrando las cadenas de la procesión de la religión por nuestras vidas e instituciones. Que se atreva a decir que él lo cambiará es un insulto que habrá que devolverle en cuanto lo tengamos a mano. En un escrache de estos.