Durante su vida uno pasa varios ratos pensando cómo será su muerte. Si te pilla de buen ánimo piensas que será algo natural, indoloro y hasta te imaginas a tus seres queridos dándote la mano a modo de despedida. Si estás deprimido y amargado piensas que ojalá fuera al cruzar el próximo paso de peatones. Sea como fuere, uno jamás piensa que el sexo podrÃa acabar con su vida.
No lo pensó Sergey Tuganov, un mecánico ruso que falleció hace unos cuantos años tras participar en una maratón de sexo durante 12 horas. Según parece, la idea fue de dos amigas, quienes le retaron a pasar practicando sexo con ellas durante ese tiempo con el estÃmulo de un premio de 4.000 euros. Hay que reconocer que buenas amigas sà que eran, y generosas, pero quizás un poco irresponsables ya que el joven, de 28 años, consumió suficiente número de pastillas de Viagra como para morir poco después de conseguir su objetivo debido a un fallo cardiaco.
La misma suerte corrió el nigeriano Uroko Onoja, un hombre polÃgamo que murió después de que sus seis mujeres, armadas con cuchillos y palos, le exigieran por las malas tener sexo. Este universal sueño juvenil masculino se convirtió en tragedia cuando el hombre dejó de respirar mientras satisfacÃa a la quinta de ellas. Pobre hombre. Si un nigeriano llegó a la quinta no quiero imaginar lo poco que hubiera durado un marido español en esa situación de estrés.
Lamentablemente, otros llevaron demasiado lejos sus insólitas fantasÃas. Hace unos cuantos años se supo que una mujer de 43 años falleció en Irlanda tras sufrir una crisis alérgica después de haber tenido relaciones con un pastor alemán. Del mismo modo, un hombre de 47 años murió el año pasado en Argentina tras mantener sexo con una cochina. Por supuesto, en ambos casos me refiero a animales.
Pero si alguien se lleva la palma en este desglose de tendencias sexuales extremas es el sueco de 35 años que perdió la vida este mismo mes de mayo tras mantener relaciones sexuales con un panal de avispas. El acto le deparó un total de 146 picaduras mortales de las cuales 54 fueron en los genitales. ¿Qué se le pasa a uno por la cabeza para llegar a esto? TenÃa razón mi abuela cuando me decÃa que este mundo estaba loco.