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El surtidor que construyó un militar para dar de beber al barrio del Cabo

   

Fuente Morales 1910

Gente recogiendo agua en la fuente de Morales, en Santa Cruz de Tenerife (1910). / CEDIDA POR UNA COLECCIÓN PARTICULAR (AUTOR DESCONOCIDO)

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

La celebración de las Fiestas de Mayo de 2013 ha servido de pretexto al Ayuntamiento para intentar saldar, al menos en parte, la deuda pendiente con uno de los pocos símbolos del Santa Cruz antiguo que quedan en pie. La fuente de Morales, uno de los primeros chorros públicos con que contó la capital tinerfeña, ha recuperado el agua corriente tras años de sequía y silencio, aunque según la Tertulia Amigos del 25 de Julio, aun precisa además, “de un profundo trabajo de limpieza y restauración, de la creación de un parterre o zona de respeto y de la adecuada iluminación que la preserve”. El cronista oficial de Santa Cruz, Luis Cola Benítez, ha criticado su mal estado de conservación y su cambio de emplazamiento, “inapropiado, dando la espalda al Museo de la Naturaleza y el Hombre”.

Cuando hacia 1837 la Junta Administrativa del Agua, que por iniciativa municipal había presidido el comandante general Francisco Tomás Morales, terminó de sustituir los antiguos canales de madera que traían el agua a Santa Cruz por atarjeas de mampostería, se decidió dotar al barrio del Cabo de una fuente pública, que se instaló junto al margen derecho del barranco de Santos. Según cuentan los cronistas, hasta entonces, aquel que fuera populoso barrio de pescadores, herreros, panaderos y otros artesanos y labradores, solo se surtía del agua de algunos pozos salobres de la zona de Los Llanos y Las Cruces. La nueva fuente constituyó, por tanto, un gran adelanto para el barrio y una evidente comodidad para los vecinos.

La fuente, cuyo emplazamiento original era paralelo al barranco, disponía a sus espaldas de una pileta que recogía los derrames y que servía como abrevadero para el ganado. El éxito de su instalación fue tal, que pronto se hizo necesario abrir nuevos caños, entre los originales, para poder atender la afluencia de público, lo que se realizó, por cierto, de forma un tanto chapucera. La nueva fuente sirvió también para suministrar al antiguo Hospital y las instalaciones militares de defensa, cuartel de San Carlos, baterías costeras de San Telmo y San Francisco, hasta el castillo de San Juan Bautista.

Alejandro Cioranescu escribió que, junto con la de Isabel II (1844), la fuente de Morales fue uno de los dos intentos que hubo en Santa Cruz de hacer algo vistoso y fuera de lo común con los surtidores de agua, que en estos casos califica de “estudiada rigidez de monumentos funerarios y de un color triste que desentona en el ambiente y desentonaba antes todavía más”. Casi dos siglos después, ahora toca dignificar este valioso vestigio histórico.