La figura del amigo emerge de los recuerdos apiñados de la primera juventud, cuando su Tazacorte era una isla dentro de otra, un oasis activo y alegre en la languidez palmera, un refugio para los inquietos que, en todas las parcelas vitales, sentÃamos la presión de los lÃmites. Entonces y ahora, Talio Noda Gómez (1943) era un polifacético que, por tiempos, acometÃa con dedicación y éxito sus numerosas aficiones y, en el capÃtulo artÃstico, formaba con Moisés Koury un dúo de canción moderna -imprescindible en las galas benéficas que organizaba la inolvidable MarÃa Lola Felipe- y participaba en una dignÃsima coral, dirigida por MarÃa Rosa Cabrera, perteneciente a una familia de gran protagonismo musical. Desde entonces, y con tan buen método como fervor patriótico, se dedicó a investigar las tradiciones insulares, los viejos aires de un folclore que conservó su pureza por el aislamiento, y las prácticas inmemoriales que fueron las respuestas del lugareño a la naturaleza y las exigencias del lugar. Profesor de EGB en Gran Canaria, Talio compatibilizó su profesión y, aún más, interesó a sus alumnos por las singularidades culturales que no figuraban, o mal figuran, en los programas escolares. Además, se convirtió en un publicista riguroso que, en revistas culturales y en serias monografÃas, difundió sus inquietudes y saberes sobre cultura popular e historia y, con un grupo integrado por amigos con gemelo entusiasmo, recorrió los caminos isleños con la reliquias vivas de cantos y bailes mestizos. Ahora, por su iniciativa, llegó al Parlamento de Canarias la propuesta para que el Salto del Pastor -una disciplina atlética de gran arraigo en La Palma y en las islas de mayor relieve- obtenga la consideración de Bien de Interés Cultural y se asegure su permanencia y protección. En esta causa lleva la friolera de cuarenta; al principio fue una defensa en solitario de lo que parecÃa un uso exclusivo de su tierra natal -evoco su descubrimiento con los guardas de Taburiente en mi primera visita infantil al parque- y, a medida que buscaba, con constancia de sabueso, se reveló como una sabia costumbre de los pastores para desplazarse con rapidez y salvar los relieves abruptos en sus tareas. Como no pertenece, por dignidad y formas, al género de los pavos y los pidiones, esperamos que la alta institución resuelva pronto y bien esta demanda que, reducida prácticamente a las exhibiciones, representó hace unas décadas una ingeniosa y valiente prueba de la adaptación del hombre a su medio.