X
entre cortados > Arun Chulani

Aroma de julio – Por Arun Chulani

   

Junio, 2013. Un día 6. Serían las ocho; quizás las nueve. Giraba el mundo; las tiendas seguían abiertas. Paseando por la zona centro y con la cabeza en si mañana llovería o haría sol, su pensamiento se detuvo en el momento que el aire entraba en sus pulmones. La respiración se veía interrumpida de golpe. Deprisa. Ni al cerrar los ojos había logrado entrar en un parón similar: ese mundo era paralelo. Vista, oído, gusto y tacto quedaban en un segundo plano para anteponerse el olfato. Un perfume. Aroma. Aroma a…, a… Curiosa e inevitablemente, la memoria recurrió a los olores para entrar en un bucle temporal. Y con la vista en un punto fijo. Pero el amor no estaba entrando por los ojos en ese momento. En su lugar, el efluvio de un perfume específico. Común, pero a la vez único. Como el sabor del vino. Como la buena música. Una fragancia que enganchaba a su pasado. Y encajaba con otras. Cerrando los ojos y parado en medio de la calle, su mente viajaba en una máquina del tiempo. Engranaje a engranaje… Julio, 2012. Es 26. La hora, indiferente: aparecía en escena una persona. En ella, un sello. El sello de un perfume. Podría haber sido otro sello: el olor de la lasaña recién hecha, el olor corporal. Esa vez, no. Aparecía alguien, daba igual su estatura. Su color de ojos, también. Ahí estaba, en su cabeza y en su mundo paralelo a oscuras. Y a la vez, recuerdos en la realidad que impregnaban el ambiente de un aroma dulce, rozando lo empalagoso. Aroma a… ¿cómo se llamaba? En cuestión de segundos, el equilibrio se rompía a medida que los recuerdos avanzaban en el tiempo hasta su yo actual: el día 6 de junio. De par en par y más lento que rápido, sus párpados se abrían a la vez que una sonrisa pintaba de mejor color su cara. La gente corría de un lado a otro. De todos los olores, llegó ese. Ese tan personal e intransferible que recordaba una vida totalmente diferente. Matices de colores cálidos, olores con toques picantes… Volvió en sí y siguió caminando. El reloj marcaba las nueve y cuarto y seguía sin saber si mañana llovería o haría sol… pero daba igual. Chanel, sonrió.


@arunchulani