X
tribuna >

Bernardo Morales, pimponista – Por Manuel Darias

   

Hace tan sólo un año, con motivo de su repentino fallecimiento, publiqué en este mismo Diario un suelto titulado “Manolo Iglesias, pimponista”, en el que daba cuenta de su desconocida faceta como excelente jugador de tenis de mesa, escrito en el que también desvelaba que Bernardo Morales había sido su compañero de equipo en el deporte de la pequeña raqueta.

Ahora, con motivo del inesperado óbito de Nardi Morales, creo que es indispensable que inicie este nuevo homenaje rememorando el arranque de aquel artículo.

En la temporada 1969-70, surge un club en el ámbito del ping-pong tinerfeño que anima notablemente los torneos oficiales insulares. Se trata de El Pilar que, exhibiendo una juvenil y a la vez excelente plantilla, asciende inmediatamente a primera categoría. En sucesivas temporadas, El Pilar (luego C. D. Tenerife), dirigido técnicamente por Manolo Iglesias, que también era un competidor de acrisolada técnica ofensiva, tendría en sus filas a jugadores tan destacados como: Arango, Abel Álvarez, Cornejo, Ramesh, Araujo, Miguel Zerolo y, sobre todo, Bernardo Morales “Nardi”, que se convertiría en su máxima figura.

En la temporada 1973-74, tras la desaparición de El Pilar, Nardi ficha por el Círculo de Amistad y, junto con Vilalta, Papú y Manolo Iglesias, protagoniza su primera gran actuación deportiva quedando campeón por equipos, tercero en individuales y subcampeón en dobles (con Manolo Darias).

En las temporadas 1974-75 y 1975-76 se incorpora al Cima Club del Puerto de la Cruz, quedando dos veces subcampeón por equipos (con Agustín Ávila, Rafael Espinosa, Guillén y Luna), subcampeón individual absoluto y dos veces campeón de dobles, formando una imbatible pareja con Ávila.

En 1975, en los VI Campeonatos de Canarias, Nardi logra su mayor entorchado deportivo quedando campeón absoluto de Canarias en dura pugna con Arístides Martín y Agustín Ávila, que le siguen en la clasificación final.

En sus tres últimas temporadas, Nardi ficha de nuevo por el Círculo de Amistad (con Sanfrutos, Papú y Suresh), viviendo en 1979 el ascenso del club a la División de Honor, entonces la máxima categoría nacional de esta modalidad deportiva, con los refuerzos de David Sánchez, Luis Martín y Juan Salomó.

Nardi ha sido, con total seguridad, uno de los mejores defensivos de la historia del ping-pong canario. Sus ortodoxos cortes de derecha y de izquierda, ejecutados a una corta distancia de la mesa, y sus contracortes con mordiente sobre la superficie de juego, a veces con efectos laterales, desconcertaban a sus rivales. Y como marcan los cánones de un buen defensivo, cuando le dejaban una bola propicia, entraba con su elegante mate de revés perfectamente colocado, desarbolando definitivamente a su contrario.

Esa mezcla de distinción, cortesía, seriedad y formalidad que adornaba el carácter de Bernardo Morales y que le confería una singular personalidad, unido a su finísimo humor con sordina que aguzaba con un toque de ironía, que a veces rozaba el sarcasmo, también era su seña de identidad en el mundo del tenis de mesa. Sus famosos trucos, casi siempre ralentizando el juego en el límite de lo entonces permitido por el reglamento de juego, ya sea secándose el sudor de una manera extemporánea o “perdiendo de vista” una bola que su oponente le mostraba en la palma de la mano, rompían los nervios de sus antagonistas. Hay que reconocer, eso sí, que todos sus pimponísticos espectáculos los llevaba a cabo con una educación y finura casi versallesca.

Nardi Morales ha sido, sin duda, uno de los jugadores más peculiares y extraordinarios del tenis de mesa canario de todos los tiempos.

En los últimos años, su imprescindible y desinteresada colaboración con la Federación Canaria de Tenis de Mesa presidida por Urbano Barber propició, entre otras cosas, que se celebrara con éxito en Tenerife dos eventos del máximo nivel: los 10º Campeonatos Iberoamericanos para Jóvenes de Arona (2006) y el Campeonato de España de Veteranos de Santiago del Teide (2009).

Descansa en paz viejo amigo.