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La dura batalla contra uno mismo

   

alcohólicos anónimos

Óscar, Ramón y José son alcohólicos y miembros del grupo Renacer, en Las Galletas. | NICOLÁS DORTA

NICOLÁS DORTA | Arona

Óscar, José y Ramón, de 46, 48 y 65 años respectivamente, son alcohólicos. Y lo seguirán siendo toda su vida aunque ya no tomen una sola copa más, porque esta enfermedad, como así la califican, no es algo que se quite con pastillas. Se trata de un trabajo personal, lento y no exento de baches, un trabajo de vida que de nada sirve si no se aplica en comunidad. Por ello han salido adelante, los tres, han vuelto a recuperar el rumbo de sus vidas, ayudándose mutuamente, a través del grupo Renacer, de Alcohólicos Anónimos (A. A.), ubicado en Las Galletas.

Allí acude gente similar, que ha llegado al límite, que ha decidido cambiar la manera de estar en el mundo, lejos de egos, callando los fantasmas del pasado, y a veces del presente; “volver a ser personas”, indican. En un encuentro con DIARIO DE AVISOS, Óscar, José y Ramón explican cómo funciona su grupo de A. A. en el Sur y parte de sus experiencias. Existe otra comunidad en Granadilla trabajando sobre las mismas bases.

El grupo Renacer mantiene reuniones martes jueves y sábado a las 19.30 y se ubica en el centro comercial Ten-Bel de Las Galletas. En Granadilla se abren las puertas los lunes y los miércoles a las mismas horas y se ubican en los bajos de la iglesia de San Isidro, en la calle Corina García. También los sábados junto a la iglesia de Arico.

El próximo 10 de junio se cumplirá el 78 aniversario de la comunicad internacional integrada de A. A. a nivel mundial, que siguiendo los llamados “12 pasos”, aparte de otros “sencillos” requisitos, ayuda a que sus miembros rehagan sus vidas. El primer paso para entrar en el grupo es “reconocer que tienes un problema con la bebida y estar dispuesto a dejarte ayudar”, comenta Óscar, quien entró en A. A. por su propia voluntad, aconsejado por un conocido. “Ya había tocado fondo”, dice. Una madrugada llegó a su casa borracho y su mujer le estaba esperando con las maletas en la puerta. “Le pedí por favor que no me abandonara, que yo buscaría una solución, sabía que le estaba haciendo daño a mí y a toda mi familia”. “Me ponía agresivo con los que me rodeaban, creía que tenía toda la razón, y si podía, aplastaba al que estaba a mi lado, porque me creía mejor y más listo que los demás, en mi trabajo y en la vida, incluso hay gente que no me persona, y lo acepto”, dice Óscar.

Ahora lleva cinco años sin probar una copa. Y ganas no le han faltado, pero esas fases “pasan” explica. Entró en A. A. en agosto de 2008. Se ha recuperado física y psicológicamente pero no baja la guardia. La ayuda de A. A. ha sido definitiva.
Cada persona, si así lo quiere, tiene un compañero al que llamarle cuando necesita ayuda. La agenda del móvil de Óscar está llena de ellos. “Son llamadas de emergencia, cuando te entran muchas ganas, o tienes un mal día en el trabajo. Eso quizás te incita a beber y necesitas ayuda”. “Una vez me quedé bloqueado en medio de la carretera. No sabía qué hacer; me fui a casa, me di una ducha hasta que poco a poco fui tranquilizándome”, relata. Óscar es miembro activo de A. A., asiste a foros, encuentros, le gusta lo que hace y lo más importante, ha recuperado a su familia. “Mi mujer está encantada”, sostiene.

SIN TERAPEUTAS
Entrar en A. A. debe ser una elección libre y no forzada. “Hay gente que se queda y otra que no consigue recuperarse, hay de todo”, explica José. Allí no hay terapeutas ni médicos, porque “no es una terapia”, sino una ayuda mutua entre personas que lo están pasando mal o lo han pasado, comenta José. “Tenemos un programa de recuperación que son los 12 pasos y 12 tradiciones que es para la unidad a nivel mundial”. “Cuando empiezas a recuperarte, reconociendo tu impotencia ante el alcohol ya tienes un paso dado, importante”, añade. “Si no lo aceptas lo normal es que la gente se marche”, asegura. “Tenemos que pensar que si sigues así te puedes morir”, añade.

Estas tres personas tienen mucho que contar sobre una patología que se cuela sutilmente en la sociedad y en cada persona. Detrás están miedos e inseguridades. Cualquiera puede tener un chip en la cabeza que se active cuando tomas la primera copa y no puedes parar hasta que tocas fondo. “Cuando bebes es mejor que te vayas a dormir y vernos al siguiente día, pues ya no estamos hablando el mismo lenguaje”, sostienen.

A las puertas del 78 aniversario de A. A., los tres dicen que “es posible emprender un nuevo camino y volver a ser una persona normal”.

La ayuda mutua para “seguir vivo”
A nivel nacional existen aproximadamente 550 grupos de Alcohólicos Anónimos (A. A.) que representan a unas 11.000 personas. Su origen fue en Akron (Estados Unidos) en 1935, cuando un hombre de negocios de Nueva York había conseguido permanecer sin beber por primera vez tras haberlo intentado varias ocasiones durante años. Lo hizo buscando a otro alcohólico para compartir sus experiencias en un esfuerzo por superar un mal momento. Los deseos de beber disminuyeron cuando había observado que ayudando a otros como él se mantenía sobrio.