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Libros y puertos – Por Juan Carlos Acosta

   

Dos grandes acontecimientos relacionados con el continente vecino de muy distinta naturaleza se han producido en Tenerife esta semana que ahora acaba, por lo que los que abogamos por el acercamiento a la ubicación geográfica real de las Islas y a las expectativas positivas que esa cercanía acarrea nos debemos sentir un poco más esperanzados. De una parte, el Puerto de Tenerife parece haberse sacudido definitivamente la atonía que venía arrastrando en los últimos años y se ha “embarcado” en un foro de debate internacional sobre estrategias portuarias, con especial atención a África Occidental, que ha contado con la asistencia de importantes agentes especializados en esa actividad en todo el mundo, entre los que destaca un número relevante de empresas chinas dedicadas a la logística y al comercio exterior y que, como a estas alturas a nadie se le escapa, están a la cabeza de prácticamente todo lo que se mueve en la globalización que nos inunda.

De otra, el Salón Internacional del Libro Africano, SILA, ha madrugado esta vez para consolar a aquellos que lo dábamos por perdido en estos pagos nivarienses con un programa a primera vista exuberante, diverso, repartido por todo el Archipiélago y con Cabo Verde como país invitado. De esta cita literaria, creada, promovida y madurada en esta isla para pasar desde el año pasado a ser gestionada en Gran Canaria tras un concurso público a través de una mujer cargada de energía y de tierra africana, como es Pepi Farray, solo me queda por mi parte desearle toda clase de éxitos en la presente edición, porque será el propio de los africanos y sus culturas, y porque los primeros pasos de la andadura actual, en los que colabora el Cabildo de Tenerife, van siendo prometedores en esa maravilla arquitectónica que es el TEA. Allí se reunieron el pasado miércoles un grupo de expertos que debatieron sobre las coincidencias e identidades literarias y, por extensión, humanas de ambos enclaves macaronésicos, es decir, lugares comunes, que buena falta nos hace a todos. De nuestro Puerto, al abrigo del alivio que reconozco sentir por las maniobras de esas enormes grúas y contenedores y por la actividad diaria que ahora sí despiden sus dársenas, afirmar que la vía logística tricontinental es tan solo posible no es ponerlo todo sobre la mesa, sino que hay que subrayar también que la apuesta es vital de necesidad para una sociedad -la nuestra- que asiste al derrumbamiento de los pilares que la han sustentado en los últimos decenios y que clama unidad y concentración de todas las instituciones canarias para aprovechar debidamente nuestros recursos como región frontera atlántica entre Europea, América y África.