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Tiempo de Canarias – Por Fernando Clavijo Batlle

Esta semana que termina hemos celebrado el Día de Canarias, que conmemora la fecha en que tuvo lugar la primera sesión de nuestro Parlamento, el 30 de mayo de 1983, unos 10 meses después de publicarse el Estatuto de Autonomía, aún incompleto y cada vez más cercenado por los gobiernos del Estado.

Y tal vez este sea un momento tan bueno como otro cualquiera para asumir que ya ha llegado el tiempo de Canarias, que significa, ni más ni menos, que ya es hora de que cojamos las riendas de nuestro futuro, toda vez que hemos comprobado que, de no actuar, nadie va a hacerlo por nosotros. Si es nuestro momento, si nos toca bregar en esto sin ayuda, hagámoslo, sabiendo que cuando lo peor haya pasado habremos resistido con dignidad y con fortaleza.

Por estas tierras no estamos acostumbrados a que nos regalen nada, ni a conseguir algo que no vaya precedido de un enorme esfuerzo.

La naturaleza nos hizo volcánicos y singulares. Nos hizo islas -afortunadas, decían los antiguos- y eso ha marcado, de manera irreversible, todo nuestro devenir.

A lo largo de los siglos, hemos conseguido grandes logros aún cuando las cosas no venían de cara y las circunstancias eran, incluso, más difíciles que las actuales. Hemos sobrevivido a crisis sucesivas, al aislamiento que nos impone el océano y eso, sin duda, nos ha fortalecido.

Nuestros mayores saben de guerras y posguerras que nosotros, afortunadamente, no hemos vivido. Saben lo que es pasar necesidades y saben, también, que las superaron gracias a la solidaridad, a las redes familiares y vecinales.
Logramos grandes cosas en otras épocas. Conseguimos mantener la esperanza a pesar de que parecía que todo se ponía en contra: la lejanía, el olvido, la necesidad.

Somos diferentes y ese es un hecho incontestable, pero eso no quiere decir que seamos mejores, ni peores. Simplemente, significa que debemos seguir luchando, juntos, por defender esa singularidad, por hacer que se comprenda, en toda su dimensión, fuera de nuestras fronteras y, por encima de todo, aprender a usarla en nuestro propio beneficio y para nuestro desarrollo como pueblo, porque es nuestro futuro el que está en juego.

No somos menos listos, ni estamos menos preparados que en otros territorios. Ese es un discurso agotado que, además de no ajustarse a la realidad, no nos lleva a ninguna parte. Simplemente, tenemos unas condiciones de partida diferentes, que deben ser entendidas y asumidas. Y creo, con sinceridad, que es nuestra obligación como pueblo revertir la situación y convertir en oportunidades lo que hoy vemos como obstáculos.

Para ello, es fundamental que estemos unidos. La unión de los canarios, de cada una de las islas, sin importar lugares de procedencia o creencias políticas, solo puede traer cosas buenas.

Está en nuestra misma Historia: los mayores logros de esta tierra, en épocas difíciles, se han hecho desde la unión, desde la generosidad, desde la solidaridad, el respeto y el trabajo común. Y así es como debemos trabajar a partir de ahora, asumiendo que es la colaboración y no la competencia la que hace avanzar a las sociedades.

Entendamos que nuestra singularidad es una riqueza y rompamos con la idea de que siempre estamos quejándonos y reclamando atención.

Demostremos cuánto tenemos para dar. Seamos nuestro propio centro. Pensemos en salir adelante como siempre lo hemos hecho, a golpe de inventar nuevas oportunidades, de resolver cada día con fuerzas, de luchar por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos. Con ganas de que esta tierra, tan singular y a la que tan unidos estamos, siga avanzando.
Mirémonos en los logros pasados y sigamos adelante, sabiendo que todos los pequeños pasos que demos juntos servirán para que salgamos fortalecidos y renovados, con la misma determinación que nos ha definido siempre y nos ha hecho el pueblo especial y único que somos.

* Secretario General de Coalición Canaria en Tenerife